TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Si
alguno ha causado tristeza, no me la ha causado sólo a mí, sino hasta cierto
punto también a todos ustedes. Digo «hasta cierto punto» para no
exagerar.
El castigo que la mayoría de ustedes le impuso a esa persona, ya
es suficiente. Lo que ahora deben hacer es perdonarlo y ayudarlo, no sea
que tanta tristeza lo lleve a la desesperación. Por eso les ruego que
nuevamente le demuestren el amor que le tienen”.
2
Corintios 2. 5 – 8.
Todos
somos más o menos orgullosos, en un punto o en otro, y nos dolemos cuando nos
reprenden. Están atacando nuestro orgullo, nuestra intención de ser personas
que hacen las cosas bien.
Deberíamos
estar siempre preparados para darle lugar a la corrección. A veces las personas
nos corrigen algo que no es cierto. Otras veces sí lo es, pero lo negamos por
orgullo, porque reconocer nuestro error es reconocer nuestra vulnerabilidad a
equivocarnos, y eso implica a veces mirar lugares de nosotros mismos que no nos
gustan mucho, y además implica que hay cosas que tenemos que cambiar. Nos saca
de nuestra zona de comodidad.
Pero es importante que al menos reflexionemos por un momento si lo que nos corrigen es cierto o no. Y si es cierto, tenemos que saber que la reprensión, aunque venga a través de una persona, viene de parte de Dios. Él mismo tiene un objetivo al corregirnos.
Pablo nos propone una mirada totalmente diferente, que se corresponde con el objetivo que él mismo tiene al reprender, y con el que Dios mismo tiene al reprendernos. El objetivo, al reprender, tiene que ser que el otro pueda ser un perfume agradable para Cristo y para los demás. Que al mirar su corazón, Dios pueda gozarse en él. Que esa otra persona pueda vivir con mayor intensidad en el amor y el gozo del Señor.
Pero es importante que al menos reflexionemos por un momento si lo que nos corrigen es cierto o no. Y si es cierto, tenemos que saber que la reprensión, aunque venga a través de una persona, viene de parte de Dios. Él mismo tiene un objetivo al corregirnos.
Pablo nos propone una mirada totalmente diferente, que se corresponde con el objetivo que él mismo tiene al reprender, y con el que Dios mismo tiene al reprendernos. El objetivo, al reprender, tiene que ser que el otro pueda ser un perfume agradable para Cristo y para los demás. Que al mirar su corazón, Dios pueda gozarse en él. Que esa otra persona pueda vivir con mayor intensidad en el amor y el gozo del Señor.
Si
el objetivo al reprender es el bienestar de esa otra persona, eso es reprender
con amor.
Cuando
marcamos a otro su error para corregirlo también debemos perdonarlo por ese
error.
Dios
nos perdonó a nosotros, y nos perdona constantemente, así que también podemos
perdonar a otros.
Dios
le bendiga abundantemente.
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