sábado, 15 de junio de 2019

Tiempo... 2 Corintios 3. 7 - 11



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Si la promulgación de una ley que llevaba a la muerte y que estaba grabada sobre tablas de piedra se hizo con tanta gloria que los israelitas ni siquiera podían mirar la cara de Moisés, debido a que ese resplandor destinado a desaparecer era tan grande, ¡cuánta más será la gloria del anuncio de una nueva alianza fundada en el Espíritu!
 Es decir, que si fue tan gloriosa la promulgación de una ley que sirvió para condenarnos, ¡cuánto más glorioso será el anuncio, de que Dios nos hace justos! Porque la gloria anterior ya no es nada en comparación con esto, que es mucho más glorioso. Y si fue glorioso lo que había de terminar por desaparecer, mucho más glorioso será lo que permanece para siempre”.  2 Corintios 3. 7 – 11

El antiguo pacto tiene que ver con Abraham, y en particular con Moisés.
La Biblia nos dice que la ley vino para que aumentara la transgresión, y para mostrarnos que somos desobedientes. (Romanos 7.13). La ley pone de manifiesto cuán grande es la desobediencia del ser humano, y por lo tanto, lo condena de raíz.
Pero aunque la ley me condena, Dios perdona. Esto es difícil de comprender, y mucho más al ver el antiguo pacto, donde la ley parece tener una centralidad enorme. Tenemos puesto un velo que nos impide entender. Y ese velo solamente se quita en Cristo.
El Señor, además, es el Espíritu. Y es este Espíritu el que está grabado en nuestros corazones desde el momento en que recibimos a Cristo. Esto es lo que nos transforma.
Y esto es nuestro ministerio, nuestro servicio a Dios y a los demás, nuestra misión. No solo hablar sobre Jesús, sino mostrar su poder transformador porque "el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder" (1 Corintios 4.20). Y ese poder está en el Espíritu de Dios.
Ese poder se manifiesta reflejando, como en un espejo, dice Pablo, la gloria de Dios. Las maravillas de su presencia y de su nombre. Lo que Dios es, sus cualidades, su poder, su amor, brillan en nosotros cada vez con más visibilidad, con más potencia, con más intensidad, cuanto más nos acercamos a Cristo. El mensaje se anuncia por sí mismo a través de toda nuestra vida. A veces esto también se manifiesta en forma de palabras, pero las palabras por sí mismas no son nada. Es principalmente nuestra vida la que tiene que brillar para mostrar la gloria de Dios.
Este es un ministerio poderoso. "Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (3.17). La ley me sometía a condenación, pero el Espíritu me libera de ella. Esto es la gracia de Dios. Esto es el pacto de gracia. Por eso dice Pablo que el ministerio del nuevo pacto es superior al del antiguo, y refleja con mucha más grandeza la gloria de Dios. Porque el antiguo pacto se enfoca en el juicio de Dios, pero el nuevo se enfoca en su inmenso amor por nosotros, que de por sí somos por nosotros mismos culpables. Las dos cosas están presentes en ambos pactos, porque es el mismo Dios. Pero el nuevo pone el énfasis ya no en el pecado del hombre, sino en el amor de Dios que es absolutamente superior a ese pecado. "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Romanos 5.20).
Dios les bendiga abundantemente.

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