TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Imítenme a mí, como yo imito a Cristo”. 1 Corintios 11.1
La
imitación a la que Pablo nos induce es a imitar a Cristo, pues en eso se
debería basar toda enseñanza cristiana en como imitar, a repetir a Cristo en
nosotros, lo cual solo es posible por la acción del Espíritu Santo en nuestro
ser, sin el podríamos intentarlo, pero no tendríamos la fortaleza para
lograrlo. Muchos han intentado en sus propias fuerzas hacerlo, pero tarde o
temprano sale a la luz la verdad, en cambio aquellos que son alcanzados por
Dios, Cristo se convierte en su ADN, en su ser la imitación no proviene de una
mentira o falsificación, sino de una verdad que se establece en nuestros
corazones y que nos lleva a pensar y actuar como Él, lo haría.
Una
imitación es muy similar, no igual pero entre mejor es la imitación más
irreconocible es, las grandes falsificación de arte, son tan parecidas que no
se pueden distinguir, pero las malas, a lo lejos podrían engañar pero apenas son
puestas bajo la luz, salen a relucir su engaño, de igual manera entre mejores
imitadores somos por la gracia de Dios, más nos parecemos a Cristo y nadie
podrá negarlo, pero entre más hay de nosotros, a la luz siempre se revelara la
verdad y saldrá la mentira.
Dios
les bendiga abundantemente.
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