LECTURA
DIARIA:
2
Corintios capítulo 13
El
apóstol Pablo iba a ir por tercera vez a Corinto, y no sería indulgente con los
pecadores no arrepentidos.
A
los corintios se les pidió que se examinaran y probaran a sí mismos. Así como
los padres quieren que sus hijos crezcan hasta ser adultos maduros, Pablo
quería que los corintios crecieran hasta convertirse en creyentes maduros.
Las
palabras finales de Pablo, son lo que quiere que los corintios recuerden acerca
de las necesidades de su iglesia.
Cuando
hay problemas se deben enfrentarse dentro de la iglesia. El gozo y la verdad no
vienen a la iglesia como producto de barnizar los problemas, conflictos y dificultades.
No son producidos por la negligencia, negativa, retiro o amargura. Son el
producto de una labor extremadamente ardua resolviendo problemas. Así como
Pablo y los corintios debieron batallar arduamente con las dificultades para
conseguir la paz, de igual modo debemos recibir y obedecer los principios de la
Palabra de Dios y no sólo escucharlos.
La
bendición de despedida de Pablo invoca a los tres miembros de la Trinidad:
Padre (Dios), Hijo (Jesucristo el Señor) y Espíritu Santo. Aunque el término
Trinidad no está incluido explícitamente en las Escrituras, versículos como
este muestran que era aceptada y experimentada a través del conocimiento de la
gracia de Dios, el amor y la comunión.
Pablo
estaba enfrentando un problema latente en la iglesia de Corinto. Él pudo
negarse a comunicarse con ellos hasta que solucionaran el problema, pero los
amaba y se acercó una vez más con el amor de Cristo.
Amor
significa que algunas veces debemos enfrentarnos a aquellos a quienes amamos.
Tanto la autoridad como la preocupación personal son necesarias al tratar con
gente que arruinan sus vidas con el pecado. Pero hay varias formas erróneas de
acercamiento al confrontar a otras personas y pueden motivar una mayor ruptura
en lugar de sanidad. Podemos ser legalistas y derribar a la gente con las leyes
que debieran obedecer. Podemos retirarnos porque no queremos enfrentar la
situación. Podemos alejarnos al chismear sus problemas y lograr que otros
también se pongan en su contra. O, como Pablo, podemos buscar construir
relaciones usando un método mejor: acercamiento, comunicación y demostración de
interés y cuidado. Esta es una manera de abordar difícil, que puede agotarnos
emocionalmente, pero es la mejor para la otra persona, y es la única que se
asemeja a la que Cristo usaría al tratar con los pecados de otros.
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