TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Doy
gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes. Sin
embargo, en la iglesia prefiero emplear cinco palabras comprensibles
y que me sirvan para instruir a los demás, que diez mil palabras en
lenguas.
Hermanos, no sean niños en su modo de
pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su
modo de pensar”.
1
Corintios 14. 18 – 20
Pablo
oraba en lenguas con frecuencia, usando el don de lenguas más que todos, pero
esto no lo hacía por exaltarse a sí mismo, sino para que entendieran que aunque
lo tenía, lo usaba solo en beneficio del pueblo de Dios.
Sus
hechos y no sus palabras, demostraban con claridad lo que explicaba, un gran
maestro solo enseña con su ejemplo, si no es ejemplo de ello, no se hace partícipe
de la enseñanza, por eso Pablo solo hace alusión a aquellas cosas que hacía y
que eran visibles para la congregación. Esto solo mostraba su madurez
espiritual que le permitía orar en lenguas para su intimidad y usar palabras
comprensibles para explicar, enseñar, revelar e instruir a los que participaban
como iglesia.
Aunque Jesús apela a que seamos como niños, Pablo nos insta a no ser niños en nuestra forma de pensar, seamos niños en cuanto a la inocencia, a la avidez por conocimiento, a la inquietud por conocimiento en lo cual no hay malicia, mas no seamos ingenuos como los niños en el pensamiento, más bien como adultos reconozcamos lo bueno y lo malo, lo que edifica y lo que destruye, para que podamos crecer espiritualmente.
Aunque Jesús apela a que seamos como niños, Pablo nos insta a no ser niños en nuestra forma de pensar, seamos niños en cuanto a la inocencia, a la avidez por conocimiento, a la inquietud por conocimiento en lo cual no hay malicia, mas no seamos ingenuos como los niños en el pensamiento, más bien como adultos reconozcamos lo bueno y lo malo, lo que edifica y lo que destruye, para que podamos crecer espiritualmente.
Dios
les bendiga abundantemente.
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