lunes, 10 de junio de 2019

Tiempo... 1 Corintios 15. 20 - 28



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron. De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos.

Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir.
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen. Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte, pues Dios "ha sometido todo a su dominio".* Al decir que "todo" ha quedado sometido a su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo sometió a Cristo. Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos”.
1 Corintios 15. 20 – 28.

Cristo ha venido como el cumplimiento de la promesa, y como primicia de la resurrección, para mostrarnos la gracia que hemos recibido en él.
La muerte encontró cabida en la humanidad, debido a la desobediencia y pecado del hombre, de modo tal que solo por medio de otro hombre, hecho uno con Dios, era posible que la muerte fuese derrotada y entrara la resurrección a los que habían muerto en él. Uno es el comienzo y otro el final, pero el final no es un final, es más bien un perfeccionamiento de un nuevo comienzo.
En Adán toda la humanidad se encontró con la muerte, para entender que nada fuera de Dios es eterno, así que la muerte entro para quitar la eternidad de Dios a la humanidad y para hacer ver que sus esfuerzos son inútiles, Cristo trajo de nuevo la vida de Dios para traer eternidad al corazón del hombre, pero ya no a la carne, porque esta se contamino con el pecado, sino que la trae al espíritu.
Todo el reino de Dios tiene un orden establecido, claro y preciso, de allí que Cristo sea el primero y luego volverán a la vida todos aquellos que le pertenecen, interesante concepto, porque para ser o pertenecer a alguien, eso no depende del hombre, depende completamente de Dios. Cuando algo le pertenece a alguien, ese algo obtiene la esencia del que lo posee, esa posesión deja de lado todo ego, no hay posibilidad de pertenecer a alguien si primero quien ha de ser poseído, no se dispone para serlo y la forma de hacerlo es vaciándose de sí mismo, para ser como aquel a quien pertenece.
En el fin de los tiempos, Jesús recibirá a los que le pertenecen, donde el reino es entregado al Padre, y luego es destruido todo dominio, autoridad y poder de las tinieblas, aunque si lo ponemos en perspectiva, esto también ocurre en nosotros cuando llegamos al reino, pues entramos al reino y en el estamos en Dios, allí todo dominio, autoridad, y poder de nuestra alma, y de las tinieblas es sujeta bajo su voluntad para destrucción.
La muerte ha sido un enemigo invencible, pero este será destruido al final, como muestra del poder de Dios, la muerte no puede prevalecer ante la vida de Dios, pues esta es eterna, no tiene fin; será destruida al final porque todo hombre probara su poder para destrucción de su naturaleza carnal.
Todo ha sido sometido al dominio y autoridad de Cristo, y cuando menciona todo, hace referencia a toda la creación, menos al Padre quien es quien ha entregado este dominio a Cristo y a quien el hijo honra sometiéndose a su voluntad.
Jesús se somete voluntariamente al Padre, y aunque son iguales en esencia, lo hace para que Dios sea todo en todos, que significa eso, que Dios y nosotros seamos uno en él.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario