TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Es
cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este
mundo. Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de
Dios capaz de destruir fortalezas.
Y así destruimos las acusaciones y toda
altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano
lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él” 2
Corintios 10. 3 – 5
El
apóstol Pablo dice: "aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como
lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen
el poder divino para derribar fortalezas" (10. 3-4).
Está
diciéndonos algo muy importante, no tenemos que entrar en el círculo de
acciones que el mundo, la sociedad que no está basada en Cristo, nos propone. O
en lo que nos propone nuestra propia naturaleza humana caída. Generalmente
tiene que ver con dejarse llevar por lo primero que nos brota, por ejemplo,
abofetear al que me abofetea, o responder agresivamente al que me acusa
agresivamente.
Es decir, no pelear con las armas del mundo, no usar los mismos parámetros, ni para defendernos, ni para analizar las situaciones, ni para comprender nuestra vida, ni para conocer a las personas. Ni siquiera al mirarnos a nosotros mismos.
Es decir, no pelear con las armas del mundo, no usar los mismos parámetros, ni para defendernos, ni para analizar las situaciones, ni para comprender nuestra vida, ni para conocer a las personas. Ni siquiera al mirarnos a nosotros mismos.
Si
alguna persona sabe cuáles son las intenciones de nuestro interior, somos
nosotros, y no los demás. Las conclusiones que los demás puedan sacar están
vinculadas por lo que se ve, pero lo importante es lo que no se ve. Si yo sé
que lo que la otra persona no está viendo al criticarme contradice lo que están
diciendo de mí, es importante que me mantenga firme en ese conocimiento y haga
oídos sordos de las críticas.
Distinto es cuando nos reprende por algo que hacemos mal. Pero lo importante es que no juzguemos apresuradamente al que nos reprende.
Distinto es cuando nos reprende por algo que hacemos mal. Pero lo importante es que no juzguemos apresuradamente al que nos reprende.
Aunque
alguien había hablado mal de Pablo tratando de difundir una mala imagen de él
en la comunidad. Pablo, sabía que los demás lo conocían suficientemente bien
para saber hasta dónde creer en esas críticas. Pero se toma el trabajo de
alertar a los corintios acerca de los parámetros con los que tenemos que
manejarnos.
En definitiva, la clave de todo esto está en que "destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo" (10.5).
En definitiva, la clave de todo esto está en que "destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo" (10.5).
Destruimos
argumentos porque lo que se nos critica con palabras, lo rebatimos con obras, y
no entramos en el juego de la discusión inútil sobre temas en los que en
realidad, la otra persona sólo tiene como objetivo discutir. Usamos armas
espirituales: transparencia en nuestras motivaciones, apertura y
confidencialidad, confianza, respeto, amabilidad, calma, oración, palabra de
Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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