TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
Gálatas 1. 10
Por
lo general cuando agradamos a alguien, inconscientemente nos motiva el favor o
la simple aprobación que recibiremos de esa persona como respuesta.
En nuestra relación con Dios se da una
dinámica similar, y no debemos avergonzarnos por esto, buscar el favor de Dios
como dice el apóstol Pablo es correcto, y aunque debemos desarrollar la
conciencia que esto no debe ser la única razón para agradar a Dios sino también
motivados por el reconocimiento de su autoridad, amor y agradecimiento.
Sin
embargo, sí hay un conflicto que debemos resolver, y es el que el apóstol
Pablo describe en este versículo de Gálatas 1.10, y es que cuando nos
convertimos en hijos de Dios al poner nuestra fe en Cristo y comenzamos a hacer
la voluntad de Dios y recibimos Su bendición como resultado de lo primero, ya
no es necesario buscar el favor de nadie más y por consecuencia no
debemos buscar agradar a nadie más que a Él.
Este
es un conflicto que seguro todos enfrentaremos a lo largo de
nuestras vidas cuando por necesidades o presiones del mundo seamos tentados a
dejar de lado los principios de la palabra de Dios y hacer cosas solo por
obtener el favor de los hombres.
Es
fundamental para nuestra relación con Dios y nuestro desarrollo espiritual
resolver este conflicto porque que de esto dependerá los frutos que cosecharemos
como discípulos.
Es
como si un esposo no se terminara de decidir si agradar a su esposa o a su
vecina, mientras no se decida su matrimonio ira rumbo al fracaso. No
podemos agradar a Dios y a los hombres al mismo tiempo, o decidimos buscar el
favor de los hombres y por tanto agradarles y servirles a ellos, o el de
Dios y ocupar todas nuestras energías, tiempo y pensamiento en servirle y vivir
una vida que le agrade a Él.
“Ninguno
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.” Mateo 6.24.
Dios
les bendiga abundantemente.
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