TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Examínense
ustedes mismos, para ver si están firmes en la fe; pónganse a prueba. ¿No se
dan cuenta de que Jesucristo está en ustedes? ¡A menos que hayan fracasado en
la prueba!
Confío, sin embargo, en que reconocerán que nosotros no hemos
fracasado. Y oramos a Dios para que ustedes no hagan nada malo; no para
demostrar que nosotros hemos pasado la prueba, sino simplemente para que
ustedes hagan lo bueno, aunque parezca que nosotros hemos
fracasado. Porque no podemos hacer nada contra la verdad, sino solamente a
favor de la verdad. Por eso nos alegramos cuando somos débiles, con tal de
que ustedes sean fuertes; y seguiremos orando para que lleguen a ser
perfectos. Les escribo esta carta antes de ir a verlos, para que cuando vaya
no tenga que ser tan duro en el uso de mi autoridad, la cual el Señor me dio,
no para destruirlos, sino para edificación de la comunidad. Para
terminar, hermanos, deseo que vivan felices y que busquen la perfección en su
vida. Anímense y vivan en armonía y paz; y el Dios de amor y de paz estará con
ustedes”. 2 Corintios 13. 5 – 11.
En
el nuevo pacto, los que al recibir a Cristo en sus corazones firman este
acuerdo con Dios, participan de una comunión especial con Jesús, pero además
entre ellos mismos. En definitiva, recibimos todo esto para resplandecer con la
gloria de Dios, y de esa forma, en nuestra manera de vivir, dar a conocer su
nombre y sus intenciones. El Espíritu nos impulsa a compartir esa gracia con
todos. Como consecuencia, nacen del Espíritu comunidades vivas, como decíamos,
comunidades que crecen en el Señor permanentemente, siempre acercándose más y
más a la imagen de Cristo.
Por supuesto, estas comunidades de creyentes no son perfectas, y siempre hay algún punto en el que fallan. Puede que sea por algunos de sus miembros en particular, pero también como comunidad. Por eso es importante entender que como partícipes del pacto de gracia, nuestro objetivo y deber, es derramar esa gracia, compartirla generosamente con todos, tanto con los que también recibieron a Cristo como con los que no.
Por supuesto, estas comunidades de creyentes no son perfectas, y siempre hay algún punto en el que fallan. Puede que sea por algunos de sus miembros en particular, pero también como comunidad. Por eso es importante entender que como partícipes del pacto de gracia, nuestro objetivo y deber, es derramar esa gracia, compartirla generosamente con todos, tanto con los que también recibieron a Cristo como con los que no.
No
hay méritos en Cristo, sólo hay gracia. Es importante que entre nosotros nos
animemos a reprendernos y corregirnos cuando sentimos que algo anda mal, y
también es importante que estemos abiertos a recibir la reprensión y corrección
de los demás, y a tenerla en cuenta.
Esa es una de las consecuencias lógicas de una humildad sincera.
Esa es una de las consecuencias lógicas de una humildad sincera.
En
definitiva, lo que realmente cuenta es que reflejemos el amor y la paz de Dios.
Estas son las características más significativas del nuevo pacto. El amor de
Cristo trajo paz entre Dios y los hombres, porque Dios, en su misericordia, así
lo quiso, aunque no lo mereciésemos.
Este es el nuevo pacto, el pacto de la gracia, que nos renueva más y más hasta hacernos a imagen de Cristo. Hoy apenas reflejamos esa imagen como si fuéramos un espejo, pero un día, Jesús va a venir a buscarnos para que habitemos con él donde él está, y ese día vamos a ser revestidos de lo que en realidad somos pero de lo cual reflejamos apenas una parte, la imagen de Cristo.
Este es el nuevo pacto, el pacto de la gracia, que nos renueva más y más hasta hacernos a imagen de Cristo. Hoy apenas reflejamos esa imagen como si fuéramos un espejo, pero un día, Jesús va a venir a buscarnos para que habitemos con él donde él está, y ese día vamos a ser revestidos de lo que en realidad somos pero de lo cual reflejamos apenas una parte, la imagen de Cristo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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