jueves, 7 de febrero de 2019

Tiempo... Marcos 2. 3 - 5



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro. Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”. 
Marcos 2. 3 – 5


Un hombre estaba enfermo de parálisis y, por sí mismo nunca hubiera podido llegar hasta allí, porque yacía en una camilla. Por eso los cuatro amigos venían sosteniendo los extremos de la camilla. Pero una vez llegados a la casa, no podían entrar a causa de la multitud, que bloqueaba las puertas y ventanas. Así que acometieron la tarea de levantar parte del techo encima de donde Jesús estaba y descendiendo por allí llegaron ante Jesús.
Aunque no sabemos qué estaba enseñando Jesús en ese momento, imaginémonos el impacto producido sobre los numerosos asistentes a aquella reunión, bruscamente interrumpida. El Señor debe haberles mirado y sonreído: "Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados."
¿Pero la fe de quién?  ¿Fue la fe de aquellos hombres?
Parecía que era la fe de estos hombres, la responsable de que aquel paralítico fuese salvado, pero Jesús pronunció estas palabras "Tus pecados te son perdonados" pero a medida que continuamos estudiando este incidente, nos damos cuenta de que no fue la fe de ellos la que le salvó.
Resulta maravilloso tener una madre piadosa, pero no vamos a ir al cielo por estar aferrado a los brazos de nuestra madre. Igualmente, es magnífico tener un padre fiel, pero la experiencia religiosa de nuestro padre no nos salvará. Cada uno de nosotros tendrá que ejercer fe.
Es cierto que fue la fe de ellos la que le trajo al lugar donde pudo escuchar al Señor Jesús. Pero Jesús trató con él individualmente, a nivel personal. La frase "viendo Jesús la fe de ellos" se refiere a su fe al traerle a Jesús el paralítico. Cuando El vio esta actitud, entonces se ocupó personalmente de aquel hombre, diciéndole: "Tus pecados te son perdonados"
Necesitamos disponer de portadores de camillas, es decir, de hombres y mujeres con esa medida de fe para salir a buscar y a traer a aquellos que no son salvos, para que puedan oír el Evangelio.
Hay muchas personas hoy que están sufriendo los efectos de la parálisis del pecado; o están paralizados por la indiferencia o por prejuicios. Hay muchísimas personas que no van a acudir a una iglesia o a ningún otro lugar donde se predique el Evangelio, a menos que otros que tienen una verdadera fe, les traigan a Jesús. Eso es lo que hicieron aquellos 4 hombres del incidente que estamos examinando. Tuvieron la fe para traer a aquel pobre hombre a escuchar al Señor Jesús, para que El pudiese atenderle personalmente y finalmente decirle: "Hijo, tus pecados te son perdonados".
Dios les bendiga abundantemente.

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