LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 28
Pasado
el día de reposo, las mujeres fueron al sepulcro y presenciaron algo que ellas
no esperaban.
La
piedra no fue removida para que Jesús saliera, sino para que pudieran ver que
había resucitado, tal como lo había prometido. El ángel que anunció las buenas
nuevas de la resurrección a las mujeres les dijo "No temáis".
"No está aquí". Jesús no está muerto y no debían buscarlo entre los
muertos. "Venid ved". Las mujeres pudieron ver la evidencia. La tumba
estaba vacía. "Id pronto y decid". Tuvieron el encargo de esparcir el
gozo de la resurrección.
La
resurrección de Jesús es lo fundamental en la fe cristiana. "Como dijo",
Jesús resucitó de la muerte. La resurrección corporal de Jesús demuestra que el
Cristo viviente es soberano en el reino eterno de Dios.
En
el camino, Jesús se les apareció y le dijo a las mujeres que dieran un mensaje
a los discípulos, que se reuniría con ellos en Galilea, como les había dicho
antes.
Jesús
se reunió con ellos primero allí y más
tarde en Galilea.
Jesús
dejó a sus discípulos estas instrucciones: estaban bajo su autoridad, debían
hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a Él; El
estaría con ellos siempre.
En
misiones previas Jesús había dicho a sus discípulos que fueran sólo a los
judíos. A partir de ese momento su misión tendría alcances mundiales. Jesús es
Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la humanidad.
Los
discípulos garantizarían el cumplimiento de la Gran Comisión.
Las
palabras de Jesús afirman la realidad de la Trinidad, dijo que debían bautizar
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La palabra Trinidad no
está en las Escrituras pero describe muy bien la naturaleza tres en uno del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Los
discípulos debían bautizar personas porque el bautismo une al creyente con
Jesús en su muerte por el pecado y su resurrección a una vida nueva. El
bautismo muestra sumisión a Cristo y disposición a vivir en la forma que Dios
quiere.
Con
los discípulos Jesús estuvo cara a cara hasta que ascendió al cielo, y luego
por medio del Espíritu Santo vendría a ser la presencia de Jesús que nunca los
abandonaría.
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