LECTURA
DIARIA:
Lucas
capítulo 4
Jesús
usó la Escritura para enfrentar los ataques de satanás. Para que Jesús fuera
netamente humano y pudiera entendernos del todo, tuvo que enfrentar la tentación.
Jesús tuvo que deshacer la obra de Adán.
Este, aunque se creó perfecto, cayó en
la tentación y su pecado se trasmitió a todo el género humano. Jesús, en
contraste, resistió a satanás. Satanás trató de que Jesús se desviara a
expensas de sus metas a largo plazo.
Jesús
tenía poder sobre las piedras, los reinos del mundo y aun sobre los ángeles y
por eso satanás quiso que ese poder lo usara sin considerar su misión. Jesús no
discutió con satanás acerca de quién era el dueño de este mundo, en cambio
refutó la validez de la declaración. Sabía que redimiría al mundo al dar su
vida en la cruz, no a través de una alianza con un ángel corrupto.
Satanás
tergiversa las Escrituras. La intención del Salmo 91 es mostrar la protección
de Dios hacia su pueblo, no incitarlo a usar el poder de Dios en demostraciones
sensacionales.
La
derrota de Satanás fue decisiva, más no final. A través de su ministerio, Jesús
enfrentaría al diablo en muchas formas.
En
la sinagoga, muchas veces el líder invitaba a un rabino visitante para que
leyera las Escrituras y enseñara. Jesús fue a la sinagoga "conforme a su
costumbre". Allí Jesús citó Isaías 61.1-2. Este pasaje describe la
liberación de Israel del cautiverio babilónico como un año de jubileo en el que
se cancelaban todas las deudas, se liberaban los esclavos y se devolvían las
propiedades a sus dueños originales (Levítico 25). Pero la liberación del
cautiverio no trajo lo que el pueblo esperaba; todavía era un pueblo
conquistado y oprimido. Isaías se refería a una era mesiánica futura. Jesús
anunció: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros".
Jesús se proclamó como aquel que haría que estas buenas nuevas sucedieran, pero
de una manera que la gente era incapaz de entender.
Esto
enfureció a los de Nazaret, porque Jesús decía que a veces Dios decidía
alcanzar a los gentiles antes que a los judíos. Jesús los acusó de ser tan
incrédulos como los ciudadanos del reino del norte de Israel en los días de
Elías y Eliseo, una época notoria por su gran maldad.
Jesús
sanó a la suegra de Simón (Pedro) completamente, al grado que no solo la fiebre
la dejó, sino que también cobró energías y de inmediato se levantó y atendió
las necesidades de otros.
El
día de reposo duraba desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del
sol del sábado. La gente no quería quebrantar la Ley que prohibía viajar en el
día de reposo, de manera que esperaba hasta que pasaran las horas sabáticas
para ir a Jesús. Luego, como destaca Lucas, iban a Jesús con diversas
enfermedades y El los sanaba.
Jesús
no quiso que los demonios revelaran quién era. Ordenó a los demonios que
callasen para mostrar su autoridad sobre ellos. Quería que sus oyentes creyeran
que era el Mesías por sus palabras y no por los demonios. Revelaría su
identidad a su debido tiempo, en el tiempo de Dios, y no iba a permitir que satanás
lo obligara con sus planes malignos. Los demonios lo llamaron Jesús "el
Santo de Dios" o "el Hijo de Dios" porque sabían que era el
Cristo. Pero Jesús iba a mostrarse como el siervo sufriente antes de llegar a
ser el gran Rey. La pronta revelación como Rey hubiera causado alboroto en las
multitudes con expectativas erróneas de lo que El vino a hacer.
Jesús
tenía que levantarse muy temprano a fin de tener un tiempo a solas para luego
cumplir con su misión durante el día.
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