LECTURA
DIARIA:
Mateo
capítulo 25
Jesús
narró algunas parábolas para clarificar aún más lo que significa estar listo
para su regreso y cómo vivir hasta que El venga.
En
la historia de las diez vírgenes (25.1-13), se nos enseña que cada persona
tiene que ocuparse de su condición espiritual. La preparación espiritual no
puede comprarse ni prestarse a último minuto. Nuestra relación con Dios debe
ser propia.
La
parábola de los talentos (25.14-30) nos enseña la necesidad de usar bien lo que
Dios nos ha confiado.
El
dinero, como se emplea aquí, representa cualquier clase de recurso que se nos
confía. Dios nos da tiempo, capacidades, dones y otros recursos de acuerdo a
nuestras habilidades y espera que los usemos con sabiduría hasta que regrese.
Tenemos la obligación de usar bien lo que Dios nos ha dado. La cuestión no es
cuánto tenemos, sino qué hacemos con lo que tenemos.
La
enseñanza de las ovejas y cabritos (25.31-46) enfatiza la importancia de servir
a los que están en necesidad.
Dios
separará a los seguidores fieles de los que falsos y los incrédulos. La mejor
evidencia de que somos creyentes es la forma en que actuamos. Tratar a todas
las personas que encontremos como si fueran Jesús no es muy fácil. Lo que
hacemos por otros demuestra lo que pensamos de lo que Jesús señaló que debíamos
hacer: dar de comer al hambriento, albergar al desamparado, visitar a los
enfermos.
Jesús
comparó a las ovejas y los cabritos con los creyentes y los que no lo son. Las
ovejas y los cabritos pastan juntos con frecuencia, pero los separan cuando
llega la hora de trasquilar las ovejas.
Ninguna
parábola por sí misma describe completamente cómo debemos prepararnos. Pero
cada una de ellas pinta una parte del cuadro.
Cuando
Jesús advierte acerca de la incredulidad, procura salvarnos de un castigo
futuro.
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