LECTURA
DIARIA:
Lucas
capítulo 5
El
lago de Genesaret también se conocía como el mar de Galilea o el mar de
Tiberias.
Los
pescadores en el mar de Galilea empleaban redes, a menudo usaban un peso de
plomo en forma de campana alrededor de sus bordes. Al lanzarse una red al agua,
el peso del plomo hacía que se hundiera y cubriera los bordes. El pescador
entonces tiraba una cuerda para cerrar la red alrededor del pez. Simón Pedro se
atemorizó con el milagro de Jesús y su primer reacción fue reconocer su pequeñez
en comparación con la grandeza de este hombre. Pedro sabía que Jesús sanaba
enfermos y echaba fuera demonios, pero se maravillaba que Él estuviera al tanto
de la rutina diaria y comprendiera su necesidad.
Este
es el segundo llamado de los discípulos. Después del primero (Mateo 4.18-22;
Marcos 1.16-20), Pedro, Andrés, Jacobo y Juan volvieron a pescar. Observaron
cómo Jesús estableció su autoridad en la sinagoga, curó enfermos y echó fuera
demonios. Ahora Jesús también establecía su autoridad en sus vidas; los halló
en su medio y les ayudó en su trabajo. A partir de ahí, dejaron sus redes y
permanecieron con Jesús.
La
lepra era un mal temido porque a menudo era altamente contagiosa y no había
cura conocida. El leproso del que habla el relato era un caso avanzado, de
manera que sin duda había perdido gran parte de los tejidos de su cuerpo. Aun
así, creía que Jesús podría curarle su mal. Jesús se les acercó y los tocó para
sanarlo.
La
gente ansiaba oír la predicación de Jesús y sanar de sus enfermedades, pero
Jesús se retiraba a lugares desiertos para orar.
Los
líderes religiosos pasaron mucho tiempo en definiciones y discusiones acerca
del vasto sistema de la tradición religiosa acumulada por más de cuatrocientos
años desde el regreso de los judíos del exilio. Es más, les preocupaban tanto
estas tradiciones hechas por el hombre, que perdían de vista las Escrituras.
Ahora estos líderes se sentían amenazados porque Jesús desafió su sinceridad y
la gente que lo seguía.
En
los tiempos bíblicos las casas se construían de piedra, con techos planos de
barro mezclado con paja. Escaleras exteriores conducían al techo. Al saber que
Jesús estaba en una casa, unos hombres llevaron a su amigo por las escaleras al
techo para luego sacar el barro y la paja mezclados a fin de bajarlo hasta
donde estaba Jesús.
Jesús
respondió a la fe de ellos y sanó al hombre. Cuando Jesús le dijo al hombre que
sus pecados eran perdonados, los líderes judíos lo acusaron de blasfemia, al
decir ser Dios o hacer cosas que solo Él puede hacer. En la Ley judía la
blasfemia se castigaba con la muerte (Levíticos 24.16). Al señalar como
blasfemia el derecho de Jesús de perdonar pecados, los líderes religiosos no
entendieron que Él era Dios y que tenía poder para sanar el cuerpo y el alma.
El perdón de pecados fue una señal de la llegada de la etapa mesiánica.
Los
fariseos cubrieron su pecado con respetabilidad. Se presentaban en público con
apariencia de buenos, al hacer buenas acciones y señalar los pecados de otros.
Jesús decidió invertir su tiempo, no con estos líderes religiosos justos, según
ellos, sino con gente consciente de su pecado y que no era lo bastante buena
para Dios.
Jesús
sabía que su muerte se acercaba. A pesar de que Él era totalmente humano, sabía
que era Dios y cuál era su misión: morir por los pecados del mundo.
Los
"odres" eran pieles de cabra que se unían en sus bordes para formar
bolsas herméticas. El vino nuevo crece con el tiempo y era necesario ponerlo en
un odre nuevo, en uno flexible. Una piel usada, más rígida, podría reventar y
desparramarse el vino. Como los odres viejos, los fariseos se mostraron
endurecidos para aceptar a Jesús, quien no se ajustaba a sus tradiciones ni
reglas.
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