LECTURA
DIARIA:
Marcos
capítulo 4
Jesús
hablaba por parábolas y, a través de las historias que contaba, enseñaba a la
gente. La parábola usa escenas conocidas para explicar verdades espirituales.
Este método de enseñanza obliga al oyente a pensar. Y oculta la verdad a
quienes son demasiado obstinados o tienen prejuicios para atender la enseñanza
que se les da. La mayoría de las parábolas tiene un punto central que Jesús
quiso enseñar.
La
semilla se plantaba o sembraba a mano. Los agricultores iban por el terreno
lanzando puñados de semillas que sacaban de unos sacos grandes que llevaban
colgados de los hombros. Las plantitas no crecían en el orden que crecen ahora
gracias a la maquinaria que se usa para plantarlas. Por diestros que fueran los
agricultores, no podían evitar que las semillas cayeran en el camino o entre
las piedras y las espinas, ni que las arrastrara el viento. Lanzaban las
semillas en abundancia y lograban que gran parte de estas cayeran en buena tierra
asegurando la cosecha.
Escuchamos
con nuestros oídos, pero hay una forma más profunda de oír, con el corazón,
necesaria para captar el sentido espiritual de las palabras de Jesús. Algunas
personas en la multitud buscaban alguna evidencia en contra de Él; otros en
realidad querían aprender y crecer.
Las
cuatro clases de suelo representan cuatro maneras diferentes en que la gente
reacciona a la Palabra de Dios. Por lo general, pensamos que Jesús hablaba de
cuatro clases distintas de personas. Pero Él también hablaba de diversas épocas
o fases en la vida de la persona, o cómo estamos dispuestos a recibir el
mensaje de Dios en algunos aspectos de nuestra vida y cómo lo rechazamos en
otros.
Las
preocupaciones mundanas, la falsa sensación de seguridad que produce la
prosperidad nos nos dejan sordos ante la Palabra de Dios.
Si
una lámpara no ayuda a ver, de nada sirve. La autocomplacencia, el
resentimiento, la dureza de corazón o la desobediencia pueden ser
"almudes", que impiden que la luz de Dios brille a través de usted para
bendición de otros. La luz de la verdad de Jesús se nos revela, no se esconde.
La
frase de Jesús en el versículo 25, significa simplemente que tenemos el deber
de usar bien lo que tenemos. No es cuestión de cuánto tenemos, sino de cómo
usamos lo que tenemos.
La
parábola acerca del Reino de Dios de los versículo 26 al 29, narrada únicamente
por Marcos, revela que el crecimiento espiritual es un proceso continuo y
gradual que culmina en una cosecha de madurez espiritual. Podemos entender el
proceso de crecimiento espiritual comparándolo con el lento pero seguro crecimiento
de una planta.
Jesús
adaptó sus métodos a la capacidad y los deseos de entender de su audiencia. No
habló en parábolas para confundir, sino a fin de desafiar a los que
sinceramente lo buscaban a descubrir el verdadero sentido de sus palabras.
Muchas de las enseñanzas de Jesús fueron en contra de la hipocresía y los
motivos impuros, tan comunes en los líderes religiosos. Si hubiera hablado
directamente en contra de ellos, su ministerio público se habría visto
estorbado. Los que escuchaban de verdad a Jesús podían entenderlo.
El
mar de Galilea está a poco más de doscientos metros bajo el nivel del mar y se
encuentra rodeado de montañas. Los vientos soplan con bastante intensidad en
las regiones cercanas al mar y provocan violentas e inesperadas tormentas. Los
discípulos eran pescadores experimentados, toda su vida pescaron en aquel lago,
pero en esta tempestad el pánico los dominó.
Los
discípulos se asustaron porque la tempestad amenazaba destruirlos y parecía que
Jesús no se daba cuenta ni se preocupaba de lo que pasaba.
Los
discípulos andaban con Jesús, pero lo subestimaban. No comprendían que su poder
se aplicaba también a aquella situación. Los discípulos todavía no conocían
bien a Jesús.
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