LECTURA
DIARIA:
Marcos
capítulo 7
Los
líderes religiosos enviaron investigadores desde Jerusalén para que observaran
a Jesús. No les gustó lo que encontraron, porque Jesús los increpó por guardar
la Ley para parecer santos y no para honrar a Dios.
Antes
de cada comida, los judíos devotos llevaban a cabo una breve ceremonia,
lavándose manos y brazos de cierta manera. Para ellos era un símbolo de que
estaban limpios de cualquier contacto que pudieran haber tenido con alguna cosa
considerada impura. Jesús dijo que los fariseos estaban equivocados al pensar
que serían aceptos a Dios solo porque se lavaban por fuera.
Jesús
llamó a los fariseos hipócritas porque adoraban a Dios no porque lo amaran,
sino porque les beneficiaba, los hacía parecer santos y fortalecía su posición
social en la comunidad.
Los
fariseos agregaron cientos de sus reglas y regulaciones insignificantes a las
santas leyes de Dios, y trataban de forzar a la gente a que las obedecieran.
Los
fariseos usaban a Dios como excusa para no ayudar a sus familiares, sobre todo
a sus padres. Creían que era más importante dar dinero al templo que ayudar a
los padres necesitados, no obstante que la Ley de Dios dice específicamente que
debemos honrar a padre y madre (Éxodo 20.12).
Según
interpretaban las leyes sobre la comida (Levítico 11), los judíos creían que
podían ser puros delante de Dios por lo que dejaban de comer. Pero Jesús dijo
que el pecado comienza en las actitudes y en las intenciones de la persona. No
abrogó la ley, sino que pavimentó el camino para el cambio aclarado en Hechos
10.9-29 cuando Dios quitó las restricciones culturales respecto a la comida.
Jesús
viajó unos 45 km hasta Tiro y de ahí fue a Sidón. Eran dos ciudades portuarias
del Mediterráneo, al norte de Israel. Ambas poseían un floreciente comercio y
eran prósperas pero en medio de una cultura materialista y pecaminosa, ahí
Jesús llevó su mensaje. Es interesante que enfatizara la importancia de la
pureza interna, precisamente antes de visitar Tiro.
Allí
una mujer sirofenicia le pide a Jesús que libere a su hija de demonios. Jesús
con su respuesta trata de explicar que su prioridad era alimentar a los hijos
(enseñar a sus discípulos). La mujer no discutió. Usando los términos que Jesús
escogió, declaró que estaba dispuesta a que la consideraran una interrupción
mientras recibiera la bendición de Dios para su hija.
Este
milagro muestra que el poder de Jesús sobre los demonios es tan grande que El
no necesita estar presente físicamente para liberar a alguien. Su poder
trasciende las distancias.
Jesús le pidió a la gente que no divulgara la
noticia de su sanidad porque Él no quería que lo vieran simplemente como
alguien que hacía milagros. No quería que la gente perdiera su verdadero
mensaje.
Jesús
se ocupa tanto de nuestras necesidades físicas como de nuestras necesidades
espirituales.
Jesús
sana al ciego de Betsaida, se aseguró de restaurar por completo la vista de
este hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario