LECTURA
DIARIA:
Marcos
capítulo 15
Los
romanos les quitaron a los judíos el derecho de aplicar la pena de muerte, por
lo cual tenían que sentenciarlo los romanos.
Más importante aún, los judíos
querían que crucificaran a Jesús, forma de ajusticiar que creían que incluía la
maldición de Dios. Esperaban persuadir al pueblo de que Jesús estaba bajo
maldición, no bajo la bendición de Dios. Los judíos tuvieron que inventar
nuevas acusaciones contra Jesús para llevarlo ante Pilato. Como para el
gobernador romano el cargo de blasfemia no tendría ninguna importancia, lo
acusaron de otros tres delitos: incentivar al pueblo para que no pagara
impuestos a Roma, afirmar que era "el Rey de los judíos", provocar
disturbios en todo el país.
A
Barrabás lo habían arrestado por participar en una rebelión en contra del
gobierno romano y, aunque cometió asesinato, los judíos lo consideraban un
héroe.
Los
judíos odiaban a Pilato, pero acudieron a él para que les hiciera el favor de
condenar a Jesús a la crucifixión. La crucifixión era la pena que los romanos
aplicaban por el delito de rebelión. Solamente los esclavos y los que no eran
ciudadanos romanos podían crucificarse. Si crucificaban a Jesús, moría como un
rebelde o un esclavo, no como el Rey que proclamaba ser. Esto es, precisamente,
lo que los líderes religiosos judíos querían al incitar a la multitud.
La
multitud que hasta el momento había seguido a Jesús, y visto y escuchado sus
enseñanzas y milagros, fue en definitiva la que terminó condenándolo.
Pilato
trató de agradar al pueblo. Los líderes religiosos promovieron activamente la
muerte de Jesús. Los soldados romanos lo torturaron.
Aunque
no vieron ninguna culpa en Jesús, ni razón alguna para condenarlo a muerte, lo
crucificaron.
La
crucifixión era una temible y vergonzosa forma de morir. Obligaban a la víctima
a cargar su cruz a través de la ruta más larga al sitio de la crucifixión, como
una forma de advertencia para el pueblo. A menudo se ponía en la cruz un
letrero en el que se declaraba el crimen por el que se crucificaba a la
persona. La idea era que sirviera de advertencia al pueblo. Como a Jesús no
pudieron culparlo de nada, la única acusación que figuró sobre su cabeza fue el
"crimen" de haber dicho ser el Rey de los judíos.
Jesús
se pudo haber salvado, pero prefirió sufrir por amor a nosotros.
Jesús en la cruz cita la primera estrofa del
Salmo 22. Este salmo es una profecía acerca de la profunda agonía del Mesías al
morir por el
pecado
del mundo. Jesús sabía que esta separación temporal de Dios llegaría en el
momento en que echara sobre sí los pecados del mundo. La agonía física fue
horrible, pero la separación espiritual de Dios fue la tortura mayor.
Jesús pronunció sus últimas palabras:
"Consumado es" (Juan 19.30).
El
velo pesado que colgaba de la parte del templo llamada Lugar Santísimo,
separaba al Dios santo de la humanidad pecadora, cuando Jesús murió, el velo se
rasgó en dos, mostrando así que su muerte por nuestros pecados dejaba abierta
la entrada hasta la presencia del Dios santo. Esto fue de arriba hacia abajo,
lo que muestra que Dios abrió el camino.
El
sábado comenzaba con la caída del sol del viernes y finalizaba con la caída el
sol del sábado. Jesús murió unas pocas horas antes que el sol del viernes se
pusiera. Iba en contra de la Ley judía hacer cualquier trabajo físico o viajar
el día de reposo. También iba en contra de la Ley dejar que un cuerpo
permaneciera colgado durante toda la noche. José de Arimatea vino para sepultar
el cuerpo de Jesús antes que comenzara el sábado. Si Jesús hubiera muerto en
sábado, cuando José no podía hacer nada, los romanos habrían bajado su cuerpo
de la cruz. Si los romanos hubieran hecho tal cosa, los judíos no hubieran
tenido confirmación de su muerte, por lo que hubieran podido negar su
resurrección.
José
de Arimatea lo puso en una tumba nueva y la selló. Aunque era un miembro
honorable del concilio judío, José era un discípulo secreto de Jesús.
Los
líderes religiosos también vieron donde se colocó el cuerpo de Jesús. Después
pusieron guardas ante la tumba y sellaron la piedra para asegurarse que nadie
robara el cuerpo para decir luego que había resucitado.
Las
mujeres se mantuvieron cerca de la cruz cuando los discípulos huyeron,
siguieron tras el cuerpo de Jesús cuando lo llevaron a la tumba y prepararon
especias aromáticas para su cuerpo. Debido a que aprovecharon la oportunidad
que tuvieron, fueron las primeras testigos de la resurrección. Dios bendijo su
entrega y diligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario