LECTURA
DIARIA:
Lucas
capítulo 3
Bajo
la Ley judía había un solo sumo sacerdote. Pero el sistema religioso estaba
corrompido y los gobernantes romanos elegían sus propios líderes religiosos
manteniendo así un gran control sobre los judíos.
Cuando Tiberio era emperador
romano, las autoridades romanas depusieron a Anás, judío elegido, y lo
reemplazaron con su hijo político, Caifás, aunque seguían llamando a Anás su
sumo sacerdote.
En
ese tiempo donde Pilato, Herodes y Caifás fueron los líderes más poderosos en
Palestina, Dios decidió hablar a través de Juan el Bautista, que entraba en la
historia como el más grande en comparación con los que gobernaron en su día.
En
los tiempos de Juan, antes de que un rey emprendiera un viaje los mensajeros se
encargaban de planear la visita y preparar el camino. Asimismo, Juan indicó a
sus oyentes que alistaran sus vidas para la venida del Señor.
Juan
el Bautista hizo un llamado a todas las personas a que se prepararan para su
encuentro con Jesús.
Algunas
personas querían que Juan las bautizara a fin de escapar del castigo eterno,
pero no buscaban a Dios para salvación. Juan tuvo palabras duras para dichas
personas. Sabía que Dios valora más el cambio que el rito.
Muchos
de los oyentes se estremecieron cuando Juan dijo que ser descendientes de
Abraham no era suficiente para Dios. Para estar ante Dios, los líderes
religiosos dependían más de su genealogía que de su fe. Para ellos, la religión
era una herencia. Pero una relación con Dios no es posible trasmitirse de padres
a hijos. Cada uno la debe hallar solo.
Confesión
de pecados y cambio de vida son inseparables. El arrepentimiento es falso si no
está ligado a la acción. Seguir a Jesús significa más que expresar buenas
palabras. Significa hacer lo que Él manda.
El
mensaje de Juan echó raíz donde menos se esperaba: los pobres, los criminales,
aun el odiado ejército de ocupación. Eran personas terriblemente conscientes de
su necesidad.
Estos
soldados eran parte de las tropas romanas enviadas a esta distante provincia
para mantener la paz. Oprimían a los pobres y usaban su poder para sacar
ventaja de todas las personas. Juan los llamó al arrepentimiento y a cambiar
sus caminos.
Hacía
más de cuatrocientos años que no había profeta en Israel. Existía la creencia
general que cuando el Mesías viniera, la profecía reaparecería. Cuando Juan
irrumpió en escena, la gente se emocionó. Juan hablaba como los profetas del
A.T. al decir que el pueblo debía volverse de sus pecados a Dios para
experimentar su misericordia y aprobación. El bautismo de Juan con agua
simbolizaba el lavamiento de los pecados. Su bautismo se ajustaba a su mensaje
de arrepentimiento y cambio. El bautismo de Jesús con fuego incluye el poder
necesario para hacer la voluntad de Dios.
Juan
advierte del juicio venidero comparando a los que rechazan vivir para Dios con
la paja, lo inservible del grano. En contraste, compara a los que se
arrepienten y arreglan sus vidas con el grano que se nutre a sí mismo. El
aventador era un instrumento de madera en forma de tenedor usado para limpiar
el grano en la trilla. Quienes se nieguen a que Dios los use, serán desechados
porque son inútiles al desarrollo de la obra de Dios. Los que se arrepienten y
creen, sin embargo, poseen un gran valor ante los ojos de Dios porque comienzan
una nueva vida de servicio productivo para El.
En
este capítulo se narra en dos versículos, 19 y 20 el episodio de Juan con
Herodes Antipas. Herodías era su sobrina y también la esposa de su hermano.
Planeó la traición de la muerte de Juan el Bautista.
Lucas
enfatiza el lado humano de Jesús. Vino de padres humildes, lo anunciaron a
pastores y extranjeros. El bautismo fue la primera declaración pública de su
ministerio. En lugar de ir a Jerusalén e identificarse con los líderes
religiosos establecidos, Jesús fue al río y se identificó con los que se
arrepentían del pecado. A los doce años de edad, visitó el templo, entendió su
misión (2.49). Dieciocho años más tarde, en su bautismo, empezó a llevarla a
cabo. A través de la oración Dios le habló y le confirmó su decisión de actuar.
Dios se abrió paso en la historia humana a través de Jesucristo.
Jesús
no necesitaba bautizarse como una señal
de arrepentimiento de pecados, pero con ello se identifica con nuestra
humanidad y pecado; además el bautismo de Jesús fue el comienzo de su ministerio
público. La venida del Espíritu Santo en forma de paloma mostró que Dios aprobó
lo que Jesús hacía. Era un hombre perfecto que no necesitaba el bautismo por el
pecado, pero de todas maneras lo hizo en favor nuestro.
Este
es uno de los muchos lugares en las Escrituras donde se mencionan todos los
miembros de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La
genealogía de Mateo retrocede hasta Abraham y muestra que Jesús estaba
emparentado con todos los judíos. La genealogía de Lucas retrocede hasta Adán
mostrando su relación con todos los seres humanos. Esto es lógico con la
descripción de Lucas de que Jesús es el Salvador de todo el mundo.
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