LECTURA
DIARIA:
Marcos
capítulo 9
En
la transfiguración (9.2-8), Pedro, Jacobo y Juan vieron la verdadera identidad
y el poder de Jesús como Hijo de Dios.
La
transfiguración reveló la verdadera naturaleza de Cristo como Hijo de Dios. La
voz de Dios separó a Jesús de Moisés y Elías presentándolo como el esperado
Mesías con la más completa autoridad divina. Moisés representaba la Ley y Elías
a los profetas. Su aparición junto a Jesús simbolizaba el cumplimiento tanto de
la Ley del Antiguo Testamento como de las promesas de los profetas. Jesús no
era una reencarnación de Elías ni de Moisés. No era uno de los profetas. Como
el unigénito Hijo de Dios, los superaba en mucho su autoridad y poder.
Jesús
pidió a Pedro, a Jacobo y a Juan que no dijeran nada acerca de lo presenciado
porque no los comprenderían hasta que El resucitara. Entonces se darían cuenta
que solo muriendo podía resucitar, mostrando su poder sobre la muerte y su
autoridad para ser Rey de todo. Los discípulos no serían testigos poderosos de
Dios mientras no captaran por completo esa verdad. Era natural que los
discípulos se sintieran confundidos acerca de la muerte y resurrección de
Jesús, pues no podían ver el futuro.
Cuando
Jesús dijo que Elías sin duda ya había venido, se refería a Juan el Bautista
(Mateo 17.11-13)
A
los discípulos les fue difícil entender que su Mesías tendría que sufrir. Los
judíos que estudiaban las profecías del Antiguo Testamento esperaban que el
Mesías sería un gran rey, como David, que aplastaría al enemigo: Roma.
Las
palabras de Jesús del versículo 23, no significan que podemos obtener
automáticamente cualquier cosa que deseamos si pensamos en forma positiva. Él
dice que cualquier cosa es posible con fe porque nada es demasiado difícil para
Dios.
Jesús
dijo a sus discípulos que tendrían que enfrentar situaciones difíciles que
resolverían únicamente a través de la oración. La oración es la llave que
destraba la fe en nuestras vidas. La oración eficaz requiere de una actitud
(completa dependencia) y una acción (pedir). La oración demuestra nuestra
confianza en Dios cuando con humildad le invitamos a que nos llene de poder. No
hay sustituto para la oración, sobre todo en circunstancias que parecen
imposibles.
A
veces Jesús limitaba su ministerio público en preparar bien a sus discípulos.
Reconocía la importancia de equiparlos para que siguieran adelante cuando El
regresara al cielo.
A
los ojos de Jesús, quienquiera que reciba a un niño recibe a Jesús; dar un vaso
de agua a alguien en necesidad es lo mismo que dar una ofrenda a Dios. Por
contraste, causar daño a otros o no interesarnos en los demás es pecado. Jesús
usó un lenguaje bastante fuerte para ilustrar la importancia de quitar el
pecado de nuestras vidas. La disciplina que duele es necesaria en los
verdaderos seguidores.
Con
las palabras de los versículos 48 y 49, Jesús quiso señalar las consecuencias
serias y eternas del pecado. Para los judíos, gusanos y fuego representaban los
dolores internos y externos.
Jesús
usó la sal para ilustrar tres cualidades que deben hallarse en la vida de su
pueblo: la fidelidad a Dios; la sal se usaba en los sacrificios para recordar
el pacto de Dios con su pueblo. Ser eficaces en sazonar el mundo en que
vivimos, así como la sal lo es en dar sabor a la comida. Así como la sal
preserva los alimentos de la descomposición. Cuando perdemos el deseo de
"dar sabor" a la tierra con el amor y el mensaje de Dios, nos
volvemos inservibles para El.
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