LECTURA
DIARIA:
Marcos
capítulo 8
Este
que se relata en este capítulo, es un milagro distinto al de la alimentación de
los cinco mil descrito en el capítulo 6. En aquella ocasión, casi todos eran
judíos.
Esta vez, Jesús ministraba a una multitud de gentiles en la región de
Decápolis. Las obras y el mensaje de Jesús empezaban a tener impacto en un gran
número de gentiles.
Los
fariseos trataban de explicar los milagros anteriores de Jesús diciendo que
fueron obras de la suerte, la coincidencia o el poder de satanás. Demandaban
una señal en el cielo, algo que solo Dios podría hacer. Jesús rechazó tal
demanda porque sabía que ni un milagro como ese bastaría para convencerlos. Ya
habían resuelto no creer.
Marcos
menciona la levadura del rey Herodes y de los fariseos, mientras que Mateo
habla de "la levadura de los fariseos y de los saduceos". La
audiencia de Marcos, en su mayoría de gentiles, tiene que haber oído hablar del
rey Herodes, pero no necesariamente de la secta judía conocida como los
saduceos. Cuando Marcos se refiere al rey Herodes, habla de los herodianos,
grupo de judíos que respaldaban a dicho rey. Muchos de ellos eran también
saduceos.
En
este pasaje la levadura simboliza lo malo. Como una pequeña cantidad de
levadura es suficiente para hacer una hornada de pan, asimismo, los corazones
endurecidos de los líderes judíos podían penetrar y contaminar la sociedad
entera y lograr que se levantara contra Jesús.
Los
discípulos habían visto a Jesús alimentar a más de cinco mil personas con cinco
panes y dos peces (6.35-44), pero vuelven a dudar que pudiera alimentar a otro
grupo grande.
El
milagro en el ciego que recobró la vista no era difícil para Jesús, pero quiso
hacerlo por etapas, quizás para mostrar a los discípulos que algunas sanidades
serían graduales y no instantáneas, o para demostrar que la verdad espiritual
no siempre se percibe con claridad desde el principio. Sin embargo, antes que
Jesús se fuera, el hombre se sanó por completo.
Cesarea
de Filipo era una ciudad bien pagana, conocida porque adoraban dioses griegos y
tenían templos dedicados a la adoración del antiguo dios Baal. Esta ciudad
pagana, donde reconocían a muchos dioses, fue un lugar apropiado para que Jesús
pidiera a los discípulos que reconocieran su identidad como Hijo de Dios.
El
nombre Hijo del Hombre es el que Jesús utiliza más para referirse a El mismo.
El nombre se refiere a Jesús el Mesías, el hombre representativo, el agente
humano de origen divino vindicado por Dios. En este pasaje, Hijo del Hombre
está estrechamente vinculado a la confesión de Pedro sobre Jesús como Cristo y
confirma su significado mesiánico. A partir de este momento, Jesús habló
claramente acerca de su muerte y resurrección. Comenzó a prepararlos para lo
que le acontecería diciéndoles en tres oportunidades que pronto moriría.
Jesús
sabía que necesitaban más instrucción acerca de la obra que realizaría con su
muerte y resurrección. Sin más enseñanza, los discípulos solo tendrían el
cuadro a medias. Cuando confesaron que Jesús era el Cristo, aún no sabían todo
lo que significaba.
Pedro
enseguida lo apartó para rechazar lo que Jesús decía acerca de su muerte.
A
menudo Pedro era el que hablaba a nombre de los discípulos. Al dirigirse a él,
Jesús sin duda hablaba a todos en forma indirecta. Es extraño, pero los
discípulos trataban de evitar que Jesús fuera a la cruz, su verdadera misión
sobre la tierra. Satanás tentó a Jesús en el mismo sentido (Mateo 4). Mientras
que los motivos de satanás eran diabólicos, a los discípulos los motivaba el
amor y la admiración que sentían por Jesús. Sin embargo, la tarea de los
discípulos no era guiar y protegerlo, sino seguirle. Solo después de su muerte
y resurrección llegarían a entender cabalmente por qué Jesús tenía que morir. Los
romanos, la audiencia original de Marcos, sabían lo que significa cargar con
una cruz. La crucifixión era una forma de ejecución usada por los romanos en
los casos de criminales peligrosos. El prisionero cargaba su cruz hasta el
lugar de la ejecución, con lo cual demostraba sumisión al poder de Roma. Al
hablar de llevar la cruz, Jesús quiso ilustrar el sentido de lo que se requiere
para seguirle.
Significa
que nada, ni siquiera la vida misma, es comparable con lo que podemos ganar con
Cristo. Jesús quiere que decidamos seguirle en lugar de llevar una vida de
pecado y autosatisfacción. Quiere que dejemos de tratar de controlar nuestras
vidas y dejar que El las controle. Esto tiene sentido porque solo El, como
Creador, sabe lo que es vivir en verdad. Nos pide sumisión, no auto desprecio;
nos pide despojarnos del egocentrismo que nos dice que sabemos mejor que Dios
cómo conducir nuestras vidas.
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