EL
VALOR DE UNA BUENA REPUTACIÓN
Proverbios
22.1 dice: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas y la buena
fama más que la plata y el oro”.
La
palabra que el apóstol Pablo utiliza para buena reputación en algunos casos es
“buen testimonio” pero la que realmente utiliza es “irreprensible” que
significa, sin mancha, sin tacha, sin censura, sin nada por lo cual puede ser
señalado. En otras palabras, reputación se refiere a una persona de respeto, de
buen testimonio, buen ejemplo, de gran estima.
Los
diccionarios definen reputación la opinión que se tiene de una persona, que
puede ser por su prestigio o por su fama.
Como
dice en proverbios 22.1 da mayor honra, valor, o estima tener buen nombre, ser
un buen ejemplo, o buen testimonio, o buena opinión que cualquier otra cosa.
Pensemos
ahora en la realidad de lo que más busca con preferencia el ser humano entre
tener riqueza o buena reputación. Definitivamente, el porcentaje mayor caería a
favor de las personas que prefieren más el llegar a ser ricos y poderosos en
dinero que en tener buena reputación.
Es
muy posible que algunas personas digan, prefiero ser honrado y pobre que rico y
corrupto. Sin embargo, hay pobres y corruptos como también hay ricos y
honrados, pero son excepciones.
Ser
honrado, leal, honesto tiene más valor que la mucha riqueza. Si nuestra
preferencia fuera esta, ser honrado, respetable, leal y honesto más que la
riqueza, nuestra sociedad sería verdaderamente hermosa, porque no existiría
corrupción, traición, deslealtad, egoísmo, individualismo, materialismo, sino
una sociedad de amistad.
Esto
es imposible alcanzarlo en toda una sociedad, pero puede alcanzarse de manera
individual.
La
buena reputación debe comenzar en nuestra casa, si, allí con nuestra propia
familia al ser responsables, serviciales, sinceros, honestos, leales,
trabajadores, buenos ejemplos,
respetables, honrados en todo, educados, amables y amigables.
No
tratemos de tener buena reputación afuera como prioridad, sino tratemos de ser
respetados, que tengan buena opinión de nosotros en nuestra propia casa, que
nuestros hijos o padres tengan un buen concepto de nosotros, que nuestra
familia se sienta orgullosa y honrada por lo que somos.
La
Biblia dice, que si no sabemos gobernar nuestra propia casa, como podremos
gobernar a la iglesia, o tener buena reputación afuera. Si intentamos tener
buena reputación afuera antes que en el hogar, entonces se aplica el dicho,
“candil de la calle y oscuridad de la casa”. O como diría el proverbista, “Me
dieron a cuidar mi viña, y mi viña que era mía no cuide”. Con mucha frecuencias
estamos más preocupados por el que dirán de la gente, por portarnos
hipócritamente bien afuera, que los demás tengan una opinión elevada de
nosotros, y que nos honren por la buena reputación que tenemos y nos gastamos
todo con tal de convencer a la gente que somos lo máximo, cuando en la casa
tenemos una pobre o nula reputación ante nuestros hijos o padres.
Es
tiempo de hacer equilibrio. Esforcémonos porque DIOS se sienta honrado y tenga
una buena opinión por nuestro buen comportamiento o buena reputación. Si
logramos esto, nos será fácil tener una buena reputación dentro del hogar, y
nuestra gente dentro del hogar tendrá una opinión o un concepto elevado de
nosotros. Tendiendo la aprobación y una buena opinión de DIOS y de nuestra
familia sobre nuestra reputación, fama, prestigio, con esto basta. Lo que la
sociedad diga, es secundario. Si DIOS me aprueba, si mi familia me aprueba por
la buena reputación, la sociedad no puede hablar diferente, lo más seguro es
que mi reputación será la misma en el trabajo, en la iglesia, en la escuela, en
la calle y en todo lugar.
Vamos,
no es tarde para mejorar, hoy podemos ponernos a cuentas con DIOS, con nuestra
familia y con los demás. Despojarnos del viejo hombre, y vestirnos del nuevo
hombre en Cristo y como dijo Pablo, olvidando lo que queda atrás, prosigo hacia
delante, hacia la meta del supremo llamamiento, mirando solo a Cristo, para ser
como es él.
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