EL
VALOR DE NUESTRAS CONVICCIONES
Un
refrán dice: “Cambia tus hojas pero nunca pierdas tus raíces. Cambia de
opiniones pero no pierdas tus principios”.
Es
de sabios y hasta humildes el cambiar de opinión cuando es para mantener la paz
o para beneficiar a los demás, pero sabiendo que ese cambio no traiciona
nuestros principios, nuestros valores, y nuestras convicciones.
En
el Salmo 125 versículo 1 el salmista usando una metáfora dice: “Los que
confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueven sino que
permanecen para siempre”.
Pensando
en la enseñanza puede aplicarse a la seguridad, estabilidad y firmeza de todo
aquel que confía profundamente en DIOS. Y cuando hablamos de convicciones,
puede referirse a raíces, valores, principios, enseñanzas y verdades
importantes que hemos aprendido las cuales no pueden ni deben ser cambiadas por
nada, ni negociadas. Las convicciones son los pilares éticos, principios
eternos, verdades divinas, valores profundos y enseñanzas espirituales que no podemos
ponerlas en venta ni negociarlas al mejor postor, sino que las creemos, las
cuidamos, las custodiamos, las protegemos, las defendemos y las enseñamos.
En
la vida cristiana hay convicciones que se convierten en raíces, arboles
fuertes, pilares de la fe, en doctrinas que dan identidad y en enseñanzas
que no podemos cambiar. Por ejemplo, no podemos cambiar el hecho de que
DIOS creó al hombre y a la mujer para formar el matrimonio, la Biblia lo dice,
nosotros lo creemos, y lo defendemos; por consiguiente, nada ni nadie puede
hacerme cambiar esa gran verdad que es un pilar de mi fe, es una convicción
teológica y bíblica inspirada por DIOS.
Cuando
una persona que antes creía y sostenía esta verdad bíblica pero que por presión
social, intereses de poder o fama, o rebeldía personal cambia de posición, es
porque nunca tuvo convicción basada en una relación de lealtad a DIOS pues ha
preferido ser fiel a otras cosas o personas y no a DIOS.
Las
convicciones entonces, dan identidad, dan estabilidad, dan seguridad.
Estos
son ejemplos del valor de tener convicciones.
El
cristiano debe permanecer firme en la fe y las convicciones aprendidas de la
Palabra misma.
Jamás
dudemos de nuestra fe y de nuestras convicciones, al contrario, debemos
defenderlas ante todo aquel que pida razón de lo que creemos o ante aquellos
que vienen enseñando cosas diferentes a lo que está escrito en la Palabra de
DIOS.
Las
convicciones son raíces que no se mueven como no se puede mover el Monte de
Sion sino que permanece en el mismo lugar hasta que venga Cristo.
Tener
convicciones y enseñarlas a nuestros hijos es lo mismo que DIOS nos pide en
Deuteronomio. 6.1-9, enseñar Su Palabra, repetirla en todas las formas posibles
hasta alcanzar un aprendizaje duradero, lo cual no es otra cosa que dejar una
convicción, una verdad profunda, una raíz que nadie podrá
arrancarla.
Enseñe
todo lo que es bueno, verdadero, digno de buen nombre, todo lo que tiene virtud,
todo lo que honre a DIOS.
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