lunes, 2 de abril de 2018

Leyendo... Eclesiastés 10




LECTURA DIARIA:
Eclesiastés 10

La gente siempre está más dispuesta a notar los defectos que las cualidades de los demás.
Aun en los pequeños detalles de la vida el necio (impío) no puede disfrazar su verdadera condición.

Al describir circunstancias que no son justas o no tienen sentido, Salomón quiere decir que la sabiduría por sí sola no puede proporcionar justicia. Salomón continúa basando su conclusión en el hecho de que todo lo que tenemos (desde la sabiduría hasta las riquezas) sin Dios no son nada. Pero cuando Dios usa lo poco que tenemos, se convierte en todo lo que pudiéramos querer o necesitar.
Tratar de hacer algo sin las habilidades o herramientas necesarias es como cortar madera con un hacha sin filo. Si una herramienta está desafilada, uno debe afilarla para poder trabajar mejor. De manera similar, si nos faltan habilidades, debemos afilarnos por medio de la capacitación y la práctica. En cada situación, afilar el hacha significa reconocer dónde radica el problema, adquirir o pulir las habilidades (o herramientas) para hacer un mejor trabajo, y luego salir y llevarlo a cabo.
Cada vez que los hebreos tuvieron líderes inmaduros o irresponsables, la nación se derrumbó. Los dos libros de Reyes describen la decadencia de los reinos cuando los líderes sólo se preocupaban por sí mismos. El problema básico de estos líderes era el egoísmo y la pereza.
Los gobiernos, los negocios, las familias y hasta las iglesias se ven atrapadas en la idea de que el dinero es la respuesta a todos los problemas. Lanzamos dinero a nuestros problemas, pero de la misma forma en la que la sensación de euforia que provoca el vino es sólo temporal, el efecto sedante de la última compra pronto se desvanece y tenemos que comprar más. Las Escrituras reconocen que el dinero es necesario para la subsistencia, pero nos alertan en cuanto al amor al dinero. El dinero es peligroso porque nos engaña al hacernos pensar que la riqueza es la forma más fácil de obtener todo lo que queremos. El amor al dinero es pecado ya que confiamos en él en vez de confiar en que Dios ha de resolver nuestros problemas. Los que van en pos de sus promesas vacías un día descubren que no tienen nada, debido a que están en bancarrota espiritual.


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