LECTURA
DIARIA:
Eclesiastés
10
La
gente siempre está más dispuesta a notar los defectos que las cualidades de los
demás.
Aun
en los pequeños detalles de la vida el necio (impío) no puede disfrazar su
verdadera condición.
Al describir
circunstancias que no son justas o no tienen sentido, Salomón quiere decir que
la sabiduría por sí sola no puede proporcionar justicia. Salomón continúa
basando su conclusión en el hecho de que todo lo que tenemos (desde la
sabiduría hasta las riquezas) sin Dios no son nada. Pero cuando Dios usa lo
poco que tenemos, se convierte en todo lo que pudiéramos querer o necesitar.
Tratar
de hacer algo sin las habilidades o herramientas necesarias es como cortar
madera con un hacha sin filo. Si una herramienta está desafilada, uno debe
afilarla para poder trabajar mejor. De manera similar, si nos faltan
habilidades, debemos afilarnos por medio de la capacitación y la práctica. En
cada situación, afilar el hacha significa reconocer dónde radica el problema,
adquirir o pulir las habilidades (o herramientas) para hacer un mejor trabajo,
y luego salir y llevarlo a cabo.
Cada
vez que los hebreos tuvieron líderes inmaduros o irresponsables, la nación se
derrumbó. Los dos libros de Reyes describen la decadencia de los reinos cuando
los líderes sólo se preocupaban por sí mismos. El problema básico de estos
líderes era el egoísmo y la pereza.
Los
gobiernos, los negocios, las familias y hasta las iglesias se ven atrapadas en
la idea de que el dinero es la respuesta a todos los problemas. Lanzamos dinero
a nuestros problemas, pero de la misma forma en la que la sensación de euforia
que provoca el vino es sólo temporal, el efecto sedante de la última compra
pronto se desvanece y tenemos que comprar más. Las Escrituras reconocen que el
dinero es necesario para la subsistencia, pero nos alertan en cuanto al amor al
dinero. El dinero es peligroso porque nos engaña al hacernos pensar que la
riqueza es la forma más fácil de obtener todo lo que queremos. El amor al
dinero es pecado ya que confiamos en él en vez de confiar en que Dios ha de
resolver nuestros problemas. Los que van en pos de sus promesas vacías un día
descubren que no tienen nada, debido a que están en bancarrota espiritual.
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