miércoles, 4 de abril de 2018

Leyendo... Eclesiastés 12



LECTURA DIARIA:
Eclesiastés 12

El segundo resumen de las conclusiones se presenta en forma de una alegoría sobre la vida y la muerte, destinada a mostrar cuán pasajera es la vida y por qué debemos acordarnos de Dios mientras somos jóvenes.

Una vida sin Dios produce una persona vieja amargada, solitaria y sin esperanza. Una vida centrada en Dios es plena, hace que los «años malos» -cuando las incapacidades, las enfermedades y los impedimentos pueden ser barreras que nos impiden disfrutar de la vida- nos satisfagan debido a la esperanza de la vida eterna. Ser joven es emocionante. Pero la emoción de la juventud puede convertirse en un obstáculo para acercarse a Dios si hace que la gente joven centre su atención en los placeres pasajeros en lugar de en los valores eternos.
La oscuridad evoca las nubes que ensombrecen la visión, especialmente en la vejez. Las nubes probablemente constituyan una referencia a los sentimientos depresivos que asaltan a la gente de edad avanzada.
La muerte se representa aquí como la ruptura de una cadena de plata, la rotura de un cuenco de oro, o el quebrar un cántaro junto al pozo.
La cadena de plata, el cuenco de oro, el cántaro y la rueda simbolizan la fragilidad de la vida. Con cuánta facilidad nos llega la muerte, con cuánta rapidez y sin esperarlo podemos regresar al polvo del que salimos. Por lo tanto, deberíamos tener la vida como un recurso que hay que usar sabiamente y no despilfarrarla frívolamente.
Estos versículos, al igual que 1.1, 2, están escritos en tercera persona, y dan a conocer la obra de un discípulo que dio su forma definitiva a la obra del Predicador. El discípulo desea que el lector comprenda la importancia que tiene la obra del maestro, tras la cual añade un resumen de sus propias palabras, probablemente citando las utilizadas por su maestro en versículos 12-14, y así asegurarse que el lector ha comprendido el mensaje.
Existen opiniones interminables acerca de la vida y filosofías acerca de la forma en la que debemos vivir, que pueden ser leídas y estudiadas por siempre. No es malo estudiarlas, pero deberíamos pasar la mayor parte del tiempo alimentándonos de la verdad de la Palabra de Dios. La sabiduría debe llevar a la acción. Los estudiantes sabios de la Biblia comprenderán y harán lo que se les ha enseñado. Debido a que nuestro tiempo en la tierra es muy corto, debemos usarlo para aprender verdades importantes, las que afectan esta vida y la eternidad.
En su conclusión, Salomón presenta sus antídotos para las dos enfermedades presentadas en este libro. Quienes carezcan de propósito y dirección en la vida deben respetar a Dios y seguir sus principios para la vida. Los que piensan que la vida es injusta deben recordar que Dios analizará la vida de cada persona para determinar cómo le ha respondido a Él y traerá a juicio todo hecho.
El libro de Eclesiastés no puede interpretarse correctamente sin leer estos versículos finales. No importan cuáles sean los misterios y las aparentes contradicciones de la vida, debemos trabajar hacia el único propósito de conocer a Dios.
En Eclesiastés, Salomón nos muestra que debemos disfrutar de la vida, pero que esto no nos exime de obedecer los mandamientos de Dios. Debemos buscar el propósito y el significado de la vida, pero no se pueden encontrar en los logros humanos. Debemos reconocer la maldad, necedad e injusticia en la vida, y aun así mantener una actitud positiva y una fe sólida en Dios.
Todas las personas tendrán que comparecer delante de Dios y ser juzgadas por lo que hicieron en esta vida. No podremos utilizar las incongruencias de la vida como excusas de no haber vivido adecuadamente.


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