LECTURA
DIARIA:
Isaías capítulo 1
La
profecía de Isaías le fue revelada por Dios. La visión describe la totalidad de
lo que aparece en los 66 capítulos, ordenados en actos y escenas como si se
tratase de un drama.
Isaías
pide al cielo y a la tierra que sean testigos de su denuncia de la bancarrota
espiritual de Judá. Dios señala el problema y sus consecuencias para el vínculo
que lo une a su pueblo. El pecado equivale en esencia a una rebelión.
El
estilo poético utilizado por Isaías recibe en hebreo el nombre de paralelismo,
porque repite los conceptos utilizando otras palabras, y a menudo hace
contrastar una idea con otra. Isaías también utiliza numerosas metáforas en su
prosa.
Judá
como nación había equivocado completamente el camino al desobedecer el mandato
de Jehová. Mientras el pueblo de Judá siguiera pecando, no tendría la ayuda de
Dios y estaría aislado.
El
pecado y la rebelión habían traído desastre a su anteriormente fructífera
tierra.
Al
abandonar Dios a Judá, ésta quedaba tan desolada como una enramada inservible.
Isaías
comparó a los gobernantes y pueblo de Judá con los gobernantes y pueblos de
Sodoma y Gomorra. Para escuchar lo que Dios quería decir, el pueblo tenía que
prestar atención y estar dispuesto a obedecer.
Dios
estaba descontento con los sacrificios, pero no revocaba el sistema de
sacrificios que inició con Moisés. Por el contrario, estaba haciendo un llamado
a una fe y devoción sinceras. Los líderes cumplían con mucho cuidado los
tradicionales sacrificios y ofrendas en las celebraciones santas, pero seguían
siendo infieles a Dios en sus corazones. Los sacrificios debían ser una señal
externa de fe interna, pero si faltaba la fe en Dios, las señales externas
serían vacías.
Los
sacrificios habían sido ordenados por Dios como vía para obtener el perdón de
los pecados. Isaías no se está oponiendo a los sacrificios, la oración, el
culto colectivo y el holocausto de sangre. Solamente está condenando los
homenajes formales y el culto vacío que no estaban acompañados de justicia
social y verdadera devoción.
La
única esperanza de Judá para acercarse a Dios era el arrepentimiento genuino y
el establecimiento de la justicia social.
Isaías
declara que Dios está dispuesto a limpiar y perdonar si Judá se vuelve y acepta
su santa provisión. Dios es misericordioso y magnánimo, pero los pecadores
deben escoger entre la obediencia y el juicio.
Grana
o carmesí era el color rojo intenso de una tintura que virtualmente era
imposible sacar de la ropa. Asimismo, la mancha del pecado parece ser
permanente. Sin embargo, Dios puede quitar la mancha del pecado de nuestra vida
tal y como lo prometió a los israelitas.
La
“ciudad fiel” se refiere a Jerusalén, que representa a toda Judá. Dios compara
la conducta de su pueblo a la de una ramera. El pueblo dio las espaldas a la
adoración del Dios verdadero para adorar ídolos. Su fe era pobre, impura y
adulterada. La idolatría, ya sea externa o interna, es adulterio espiritual,
pues el idólatra viola su compromiso con Dios por ir tras otra cosa.
Jesús
llamó adúlteros a la gente de sus días, aun cuando eran estrictos en lo
religioso. La Iglesia es la “Esposa” de Cristo y por la fe podemos revestirnos
con su justicia.
Dios
prometió refinar a su pueblo como un metal en una fundición. Este proceso
requiere fundir el metal y limpiarlo de escorias hasta que el trabajador vea su
propia imagen en el metal líquido.
A
través de la historia, la encina ha sido un símbolo de fortaleza, pero el
pueblo las adoraba. Ezequiel menciona que las arboledas de encinas se usaban
como lugares de adoración idolátrica.
Una
chispa en la estopa enciende un fuego rápido y devorador. Dios compara a los
hombres fuertes cuyas malas acciones los devoran hasta arder como la estopa.
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