LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 3
Isaías
retorna al castigo divino sobre Judá del 586 a.C.
Jerusalén
sitiada, sus líderes destruidos. Esta triste descripción pronto se volvería una
realidad. La desobediencia de la gente acarrearía serias aflicciones y gran
destrucción, así como Dios lo advirtió
Isaías
no condonaba el uso de adivinos al incluirlos en una lista. Mostraba lo bajo
que había caído la nación.
El
pueblo estaba orgulloso de sus pecados, alardeando de ellos abiertamente.
Los
ancianos y los príncipes eran responsables de ayudar a la gente, pero en vez de
eso defraudaban al pobre. Debido a que fueron líderes injustos, Isaías dijo que
serían los primeros en recibir la ira de Dios. Los líderes tendrán que rendir
cuentas de cómo ejercieron su liderazgo.
Cuando
las mujeres le dan la espalda a Dios, como hicieron las de Judá, el cuadro es
trágico. Estas mujeres libertinas, que no tenían en estima su matrimonio,
verían a sus esposos morir en la guerra. Calculando siete mujeres por un hombre,
éstas estarían dispuestas a ganarse su propio pan . . . y ropas con tal de
adquirir la respetabilidad del matrimonio.
Las
mujeres de Judá se afanaron más por la ropa y la joyería que por Dios. Se
vestían para llamar la atención, ganar aprobación y estar a la moda. Pasaban
por alto el verdadero propósito de la vida. En vez de preocuparse por la
opresión que las rodeaba, procuraban autosatisfacerse, solo pensaban en ellas.
El
pecado destruye al ser humano. En el mundo actual, la vida pecaminosa parece
encantadora, excitante y audaz. Sin embargo, a pesar de la forma en la que la
sociedad lo perciba, el pecado es algo malo ya que a la larga nos hará
miserables y nos destruirá. Dios trata de protegernos al advertirnos acerca del
daño que podemos causarnos al pecar. Los que se enorgullecen de sus pecados
recibirán el merecido castigo de Dios.
A
los justos les irá bien en el momento del juicio, y mal a los impíos. Cada uno
recibirá la recompensa que merece.
En
medio de su mensaje sombrío, Dios nos da esperanza: A la larga el justo
recibirá la recompensa de Dios y el malvado su castigo. Es desalentador ver que
el malvado prospere mientras nos sentimos derrotados cuando seguimos el plan de
Dios. Aun así, ¡debemos continuar asidos a la verdad de Dios y cobrar ánimo! Al
final, Dios traerá justicia y recibiremos su recompensa si hemos sido fieles.
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