LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 13
Babilonia
capital del antiguo imperio babilónico. Según una antigua leyenda babilónica,
fue construida por el dios Marduk. Su brillante historia se extendió desde el
2300 a.C., hasta el 325 a.C., cuando perdió importancia tras el colapso del
imperio de Alejandro el Grande. El AT vio este declinar como un castigo de Dios
por la destrucción de Jerusalén.
Los
oráculos comienzan con un llamado a huestes no identificadas (consagrados, valientes). Puede que sean ejércitos celestiales, lo cual indica que las
batallas terrenales de que se habla son reflexiones sobre una contienda
espiritual. Los varios oráculos comprenderán entonces juicios contra naciones
específicas y juicios contra toda la humanidad. Consagrados aquí no tiene
connotación moral alguna, como santificados, sino que significa «escogidos para
un propósito especial».
Los
ejércitos espirituales de Dios pelean contra naciones reales en el escenario
terrenal.
El
juicio contra Babilonia no es sino parte del juicio de Dios contra el mal.
Tales juicios proféticos hallan su consumación en numerosos episodios de la
historia, especialmente en las anticipaciones del gobierno de Dios a través de
la Iglesia. Todo ello terminará con la consumación del reino de Cristo al final
de los tiempos.
Ofir
se conocía por su oro extraño y valioso. Se cree que estaba localizada en la
costa sudoeste de Arabia.
Aun
antes de que Babilonia se convirtiera en una potencia mundial, Isaías profetizó
que si bien brillaría por un tiempo, su destrucción sería tan completa que la
tierra nunca más la volverían a habitar. Babilonia, actualmente Irak, sigue en
ruinas, quemada, bajo un montón de polvo y arena.
En
los versículos 19-21 la referencia es la sepultura ligera de soldados muertos
en batalla. Por regla general, un rey recibía una sepultura con más pompa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario