viernes, 5 de julio de 2019

Tiempo... Efesios 2. 19 - 22



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.  Efesios 2. 19 – 22


Cuando una persona extranjera llega a un nuevo país para vivir en él, llega sin los derechos que las propias personas del país y con menos beneficios que los propios del mismo país. Pero pasado unos años se abre una importante puerta de derechos, la opción de obtener la doble nacionalidad, la de origen y la del nuevo país donde ha sido acogido. Esto le ofrecerá la oportunidad de vivir en las mismas condiciones que cualquier otro ciudadano.
Así ha ocurrido también con nosotros, pertenecíamos a un país caído, pero ahora ya no es así "Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios" no hemos recibido una doble nacionalidad, sino que nos han cambiado la nacionalidad.
Obtener la doble nacionalidad implica tener parte de dos países, cuando nos convertimos en conciudadanos de los santos, inmediatamente dejamos de tener nada que ver con aquellos que no lo son. Ya no hay relación, ya no hay los mismos comportamientos, todo lo contrario, ahora pertenecemos únicamente al reino de los cielos.
Aquel que tiene esta ciudadanía sufre un cambio radical, aunque sigue viviendo en el mismo lugar, su corazón ya no pertenece a ese lugar, aunque sigue viendo a sus antiguas amistades ya no hace los mismos actos que hacen ellos, el que vive siendo ciudadano de los cielos actúa conforme al Rey de su pueblo, se produce un cambio y nos convertimos en sus embajadores.
Nuestra vida y pensamientos ya no están en esta tierra, nuestra ciudadanía es de los cielos, ahora solo importa el plan de Dios, ya no importan los nuestros. Somos embajadores del reino de los cielos y debemos ser un ejemplo de lo que Dios es.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario