lunes, 22 de julio de 2019

Tiempo... 2 Tesalonicenses 2. 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Así también les tenemos a ustedes tanto cariño que hubiéramos deseado darles, no sólo el evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias vidas. ¡Tanto hemos llegado a quererlos!”  1 Tesalonicenses 2. 8


El discipulado no solo se trata de compartir el evangelio, sino también nuestras propias vidas y esto significa tiempo de parte de nosotros.
¿Cómo podemos decir que alguien es muy amigo nuestro si jamás pasamos tiempo con él? 
¿Estamos de acuerdo que los discípulos de Cristo eran amigos de Jesús? 
Jesús les dijo a sus discípulos que ya no eran siervos, sino les llamó amigos (Juan 15.15).
 ¿Cómo definiríamos a un amigo?  ¿Es alguien que a nos cae bien?  ¿Es alguien que nos apoya? ¿Es alguien con quien podemos contar?  ¿Es alguien que apreciamos y tenemos en alta estima?  ¿Es alguien a quien le tenemos cariño y afecto?  ¿Es alguien con quien compartimos nuestra vida?  ¿Es alguien con quien pasamos mucho tiempo?
Cristo era amigo de sus discípulos.
 Pablo había plantando una iglesia en Tesalónica durante su segundo viaje misionero, pero necesitó irse por la persecución. Escribió una carta a los creyentes en Tesalónica para animarlos.  Los quería mucho y los tenía en alta estima. 
En la carta, Pablo, Silvano, y Timoteo decían que tenían un  cariño tan grande para ellos que deleitaron compartir no solo el evangelio de Dios, sino también sus propias vidas.
Es importante predicar el evangelio no solo con palabras, aunque hay circunstancias donde solo podemos hacer esto, sino con nuestras acciones, nuestro tiempo, y todo nuestro ser. 
Predicar el evangelio con nuestra vida.   Jesús, en La Gran Comisión, nos manda hacer discípulos (Mateo 28.19-20), y que estos discípulos sean nuestros amigos.
Dios les bendiga abundantemente.

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