domingo, 14 de julio de 2019

Leyendo... Filipenses capítulo 4



LECTURA DIARIA:
Filipenses capítulo 4

La forma de permanecer firmes es poner nuestros ojos en Cristo, recordar que este mundo no es nuestro hogar, y que Cristo tiene todas las cosas bajo control.

Pablo no advierte a los filipenses de errores doctrinales, pero enfatiza algunos problemas de relación. Estas dos mujeres habían trabajado por Cristo en la iglesia. Su relación rota no era un asunto sin importancia, porque muchas personas habían llegado a ser creyentes a través de sus esfuerzos. Es posible creer en Cristo, trabajar con fervor para su reino, y mantener relaciones rotas con otros que están abocados a la misma causa. Pero no es excusa para permanecer sin reconciliarse.
Aquellos "cuyos nombres están en el libro de la vida", son todos los que han sido sellados para salvación por medio de su fe en Cristo.
Pablo le dice a la iglesia de Filipos que se regocijen, aunque él estaba pasando circunstancias difíciles ya que estaba preso.  Esto nos enseña una lección importante, la actitud interior no necesita reflejar nuestras circunstancias externas. Pablo estaba lleno de gozo porque sabía que pese a lo que le sucediera, Cristo estaba con él.
Pablo insta a los filipenses a regocijarse varias veces en esta carta.
Tenemos que ser amables (razonables, amplios y caritativos) con los que no pertenecen a la iglesia y no solo con los creyentes. Esto significa que no buscamos revancha contra aquellos que nos tratan injustamente, tampoco debemos expresar demasiado nuestros derechos personales.
Pablo aconseja no estar preocupados por nada, sino cambiar nuestras preocupaciones en oraciones.
La paz de Dios es diferente a la paz del mundo. La paz verdadera no se encuentra en el pensamiento positivo, en la ausencia de conflictos o en buenos sentimientos. Ella es producto de saber que Dios controla cualquier situación que podamos vivir.
Nuestra ciudadanía en el reino de Cristo está asegurada, nuestro destino está determinado y podemos tener victoria sobre el pecado.
Lo que dejamos entrar en nuestras mentes determina lo que expresamos con las palabras y acciones. Pablo nos dice que llenemos nuestras mentes con pensamientos verdaderos, honesto, justos, puros, amables, de buen nombre, virtud, dignidad y alabanza.
No es suficiente escuchar o leer la Palabra de Dios, ni incluso conocerla bien. Debemos también ponerla en práctica.
En 1Corintios 9.11-18, Pablo dice que no aceptó las ofrendas de la iglesia en Corinto porque no quiso ser acusado de predicar solo por el dinero. Pero mantuvo que la iglesia tiene la responsabilidad de sostener a los ministros de Dios (1Corintios 9.14). Aceptó la ofrenda de los filipenses porque se la dieron voluntariamente y porque la necesitaba.
Pablo sabía estar contento, así estuviera en abundancia o padeciera necesidad. El secreto radicaba en el poder de Cristo para fortalecerlo.
Pablo estaba contento porque pudo ver la vida desde la perspectiva de Dios. Se concentró en lo que se suponía que debía hacer, no en lo que sintió que debía tener. Tenía sus prioridades definidas y estaba agradecido por cada cosa que Dios le había dado. Pablo se había despegado de las cosas no esenciales a fin de poder concentrarse en lo eterno.
El poder que recibimos en nuestra unión con Cristo es suficiente para hacer su voluntad y enfrentar los desafíos que surgen al comprometernos en realizarla. En la medida que contendamos por la fe, enfrentaremos problemas, presiones y pruebas.
Los filipenses participaron en el sostén económico de Pablo mientras estuvo en prisión. No era la ofrenda de los filipenses, sino su espíritu de amor y devoción lo que más apreció Pablo.
Podemos confiar en que Dios suplirá siempre nuestras necesidades. Él nos proveerá todo lo que necesitemos en esta tierra, aun el valor para enfrentar la muerte como lo hizo Pablo. El proveerá todo cuanto necesitemos en el cielo.
Pablo envió saludos de estos cristianos a los creyentes en Filipos. El evangelio se había difundido en todos los estratos de la sociedad, uniendo gente que no tenía otro vínculo más que Cristo. Los cristianos romanos y filipenses eran hermanos gracias a la unidad en Cristo.
En muchas formas la iglesia en Filipos fue un modelo de congregación. Estaba compuesta por diferentes clases de personas que iban aprendiendo a trabajar juntas. Pero Pablo reconoció que los problemas podrían presentarse, de manera que en su carta de agradecimiento, los preparó para las dificultades que pudieran surgir dentro del cuerpo de creyentes. Aun en su condición de prisionero en Roma, Pablo aprendió el verdadero secreto del gozo y la paz: imitar a Cristo y servir a otros.

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