jueves, 4 de julio de 2019

Leyendo... Efesios capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Efesios capítulo 1

Pablo escribió esta carta a la iglesia de Efeso y a todos los creyentes, a fin de darles una enseñanza profunda en la manera de nutrir y mantener la unidad de la iglesia.

Efeso fue una de las cinco ciudades mayores del Imperio Romano, junto con Roma, Corinto, Antioquía y Alejandría. Pablo visitó por primera vez Efeso en su segundo viaje misionero y durante su tercer viaje misionero permaneció allí casi tres años.
El apóstol comienza la carta con saludos y les dice a los efesios todo lo que Dios les había dado.
"Que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales" significa que en Cristo tenemos todos los beneficios de conocer a Dios: salvación, adopción, perdón, visión, dones del Espíritu, poder para hacer la voluntad de Dios, esperanza de eternidad con Cristo. Las bendiciones vienen de los lugares celestiales en Cristo, no del reino terrenal de la diosa Diana. Estos pasajes muestran a Cristo en su papel victorioso y exaltado como soberano sobre todo.
Pablo dice: "nos escogió en El", para enfatizar que la salvación depende por completo de Dios. No somos salvos porque lo merezcamos, sino por la gracia de Dios que se nos da gratuitamente. No influimos en la decisión de Dios para que nos salve, lo hizo de acuerdo a su plan. Por lo tanto, no hay lugar para creer que la salvación dependa de nosotros ni lugar para el orgullo. El misterio de la salvación se originó en la mente eterna de Dios mucho antes de que existiéramos. Es difícil entender cómo Dios pudo aceptarnos, pero gracias a Él somos santos e inocentes ante sus ojos. Dios nos escogió y cuando llegamos a pertenecerle por medio de Jesucristo, nos mira como si nunca hubiéramos pecado. Todo lo que podemos hacer es agradecerle por su maravilloso amor. "Predestinado" significa darnos un destino de antemano. Esta es otra manera de decir que la salvación es obra de Dios y no lo que nosotros podamos hacer en su infinito amor. Dios nos ha adoptado como sus hijos.
En el primer siglo referirse a la sangre de Jesús era una forma importante de hablar sobre la muerte de Cristo. Su muerte señala dos verdades maravillosas: redención y perdón. Redención era el precio pagado para obtener la libertad de un esclavo. A través de su muerte, Jesús pagó el precio para liberarnos de nuestra esclavitud al pecado.
La gracia es el favor voluntario y amoroso que da Dios a los que salva. No lo podemos ganar, no lo merecemos. Ningún esfuerzo moral ni religioso lo puede ganar, viene solo por la misericordia y el amor de Dios. Sin la gracia de Dios, nadie puede salvarse.
Dios no escondía a propósito un secreto ("el misterio de su voluntad"), pero su plan para el mundo no se comprendería por completo hasta que Cristo resucitara.
El propósito de Dios es ofrecer la salvación al mundo, tal como lo planeó mucho tiempo atrás. Dios es soberano, Él tiene el control.
El Espíritu Santo es el sello de Dios de que le pertenecemos y su depósito o arras nos garantiza de que El hará lo prometido.
El Espíritu Santo es un anticipo, un depósito, una firma válida en un contrato. Su presencia en nuestras vidas ratifica que tenemos una fe genuina y prueba que somos hijos de Dios.
Pablo oró para que los efesios conocieran mejor a Cristo.
Nuestra esperanza no es un vago sentimiento de que el futuro será positivo, sino una total seguridad de victoria a través de Dios que nos viene por el Espíritu Santo que obra en nosotros.
Después que resucitó de la muerte, Cristo es ahora la cabeza suprema de la Iglesia, la verdadera autoridad sobre el mundo. Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios, el esperado de Israel, el que enderezará al mundo quebrantado.
Cristo llena la Iglesia con dones y bendiciones. La Iglesia debe ser la plena expresión de Cristo, quien lo llena todo.
Efesios se escribió a la Iglesia, no a una persona en particular. La imagen del cuerpo muestra la unidad de la Iglesia. Cada miembro se involucra con los demás a medida que van cumpliendo con la obra de Cristo en la tierra.

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