lunes, 8 de julio de 2019

Leyendo... Efesios capítulo 5



LECTURA DIARIA:
Efesios capítulo 5

Así como los hijos imitan a sus padres, Pablo dice que debiéramos imitar a Cristo. Su gran amor lo condujo a sacrificarse por nosotros de manera que pudiéramos vivir.
Nuestro amor por otros debiera ser de la misma clase, un amor que va más allá del afecto, a un servicio de auto sacrificio.
La advertencia de Pablo, a prácticas malas, indica que nada perverso será parte de la vida del cristiano porque no refleja la presencia de Dios.
Pablo no prohibe el contacto con los inconversos. Más bien Pablo se refiere a pasar por alto o adoptar la forma de vida de quienes se amparan en excusas para conductas negativas y trasmitirlas a otros mientras están en la iglesia o fuera de ella. Ese tipo de personas pueden contaminar con rapidez la iglesia y poner en peligro su unidad y propósito. Debemos ser amigos de los incrédulos si vamos a guiarlos a Cristo, pero debemos actuar con cautela con los viciosos, inmorales o los que se oponen a todo lo que el cristianismo postula. Esa clase de personas tienden más a influir en nosotros con lo malo que lo que podamos hacer para influir en ellos con lo bueno.
Como hijos de luz sus acciones debieran reflejar su fe.
Es importante evitar "las obras infructuosas de las tinieblas" (todo placer o actividad que derive en pecado), pero debemos ir un poco más allá. Pablo nos instruye a reprenderlos y denunciarlos ya que a menudo nuestro silencio puede interpretarse como aprobación.
Pablo apela a los efesios a que despierten y se den cuenta de la condición peligrosa en la que algunos duermen. Al decir "los días son malos", Pablo comunica su sentido de urgencia debido a lo sutil que es lo malo.
Pablo contrasta la embriaguez con vino, lo que produce una "alegría" temporal, con estar llenos del Espíritu, lo que produce un gozo duradero. La embriaguez con vino se relaciona a la antigua manera de vivir y a los deseos egoístas. En Cristo tenemos un gozo mejor, más alto y perdurable para curar nuestra depresión, monotonía o tensión. Lo que importa no es la cantidad del Espíritu que tengamos, sino cuánto de nosotros tiene de Espíritu Santo.
A menudo, la palabra sumisión se usa mal. No significa convertirse en un una persona de poco carácter. Cristo, ante quien se doblará "toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra", sometió su voluntad al Padre y honramos a Cristo al seguir su ejemplo. Cuando nos sometemos a Dios, tenemos buena disposición de obedecer sus mandamientos relacionados con someternos a otros, o sea, subordinar nuestros derechos a los de ellos. En una relación conyugal, ambos esposos tienen el llamado a someterse. Para la esposa, esto significa sujetarse voluntariamente al liderazgo de su esposo en Cristo. Para el esposo significa echar a un lado sus intereses a fin de cuidar a su esposa. La sumisión rara vez es un problema en hogares en los que los esposos mantienen una sólida relación con Cristo y en el que cada uno está interesado en la felicidad del otro.
En los tiempos de Pablo, la mayoría de las mujeres, hijos y esclavos permanecían sumisos a la cabeza de la familia, los esclavos hasta la obtención de su libertad, los hijos varones hasta que crecían y las mujeres toda su vida. Pablo enfatiza la igualdad de los creyentes en Cristo, pero no sugiere rebelarse contra la sociedad romana para lograrlo. En cambio, aconseja someterse unos a otros por elección: las esposas a los esposos y también los esposos a las esposas; los esclavos a los amos y también los amos a los esclavos, los hijos a los padres y también los padres a los hijos. Este tipo de mutua sumisión preserva el orden y la armonía en la familia, mientras incrementa el amor y el respeto entre los que la integran.
El verdadero liderazgo espiritual es servicio. Así como Cristo sirvió a sus discípulos, aun al punto de lavar los pies de ellos, también el esposo debe servir a su esposa. Un esposo sabio que honra a Cristo no sacará ventaja de su papel, y una esposa sabía que honra a Cristo no procurará menospreciar el liderazgo de su esposo. Estos versículos en Efesios sobre el matrimonio, muestran una visión elevada del mismo. Aquí el matrimonio no es una necesidad práctica ni una cura para el deseo sexual, sino una figura de la relación entre Cristo y su Iglesia.
El consejo de Pablo a los efesios es más el ideal bíblico para el matrimonio. El matrimonio, para Pablo, es una unión santa, un símbolo viviente, una preciosa relación que merece amor, atención autosacrificial.
La muerte de Cristo santifica y purifica la Iglesia. Él nos limpia de la vieja manera de vivir del pecado y nos aparta para un servicio santo especial. Cristo limpia la iglesia por el "lavamiento" del bautismo. A través del bautismo nos preparamos para formar parte de la iglesia, así como las novias del Cercano Oriente antiguo se preparaban para el matrimonio con un baño ceremonial. Es la Palabra de Dios la que nos limpia.
La unión de esposa y esposo combina dos personas de tal manera que lo insignificante no puede afectar a uno sin que también afecte al otro. La unidad en el matrimonio no significa pérdida de personalidad en la personalidad del otro. En cambio, significa cuidar del cónyuge como se cuida uno mismo, incluye captar las necesidades del otro por anticipado, es ayudar a que la otra persona llegue a ser la totalidad de lo que pueda llegar a ser.

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