jueves, 18 de julio de 2019

Tiempo... Colosenses 3. 5 – 7



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Hagan, pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de idolatría). Por estas cosas viene el terrible castigo de Dios sobre aquellos que no lo obedecen; y en su vida pasada ustedes las hacían”.  Colosenses 3. 5 – 7


 La vida del ser humano está llena de cambios, desde que nacemos vamos sufriendo cambios, cambia nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, nuestro tamaño, nuestro conocimiento, nuestros amigos, hasta nuestros familiares según van naciendo niños, cambiamos de colegio, de amigos, de estudios, de hogar, de ciudad y a veces hasta de país. Cambios y más cambios que nos acechan y están al rededor nuestro.
Pero sin duda el cambio más profundo que puede existir es el de conocer a Cristo, este no es un cambio externo, sino del corazón y Pablo anima a los Colosenses a perduran en este cambio, "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas."
La vida cristiana es una lucha continua, donde los pecados pasados vuelven una y otra vez para atraparnos e intentar que abandonemos el nuevo camino por el que empezamos a andar. Cristo los venció en la cruz, en Él hemos sido libertados de las ataduras que nos tenían atrapados y nos hacían vivir conforme la corriente de este mundo, pecados de carácter sexual como la fornicación, el adulterio, deseos contrarios a lo que Dios ordena y envidias y avaricia, todo esto acaba siendo idolatría hacia nosotros mismos.
Tristemente hoy en día es cada vez más habitual de escuchar sobre cristianos que caen en aquellas cosas las cuales habían abandonado, que se están dejando atrapar de nuevo a las cadenas de las cuales ya se habían librado y esto trae consecuencias catastróficas, relaciones rotas, niños con familias desestructuradas, embarazos no deseados que en ocasiones acaban incluso en abortos. No miremos atrás, en ocasiones el pecado del cual hemos sido librados puede llegar a ser incluso atractivo, pero en realidad, no es más que esclavitud. Huyamos de nuestro pasado, no volvamos atrás y sobre todas las cosas amemos a Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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