Tiempo... 1 Tesalonicenses 1. 3 - 6

TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Los recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre, a causa de la obra realizada por su fe,  el trabajo motivado por su amor,  y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos amados de Dios,  sabemos que él los ha escogido, porque nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder,  es decir,  con el Espíritu Santo y con profunda convicción.  Como bien saben,  estuvimos entre ustedes buscando su bien. Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando,  a pesar de mucho sufrimiento,  recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo”.   1 Tesalonicenses 1. 3 – 6

La fe que obra conforme a la verdad es el mejor testimonio de la manifestación de Dios en nuestras vidas, esta confianza solo es motivada por un amor que no teme, que ha dejado el miedo atrás para vivir conforme a la voluntad de Dios, y con constancia persevera por asemejarse a Cristo.

El apóstol Pablo nuevamente destaca que la esperanza, la fe y el amor son los estandartes de un creyente ante un mundo sin esperanza, que no confía y que es egoísta.

En un creyente siempre debe habitar la certeza de la que Dios quiere. No cabe duda que entiende, y comprende el propósito y sentido de ello sobre su vida, y el privilegio que esto tiene.

El evangelio se evidencia en nuestras vidas, por el poder con el que Dios ha obrado en nuestros corazones, para que la fe, esa convicción acerca de la verdad se mantenga firme en nuestros corazones.

En otra traducción encontramos que todos “vinieron a ser” seguidores, imitadores de Cristo y de sus discípulos, lo cual indica un acto decisivo con resultados permanentes.

Y esto sucede cuando aún en medio del sufrimiento recibieron el mensaje de poder que es infundido por el Espíritu.

Como verdaderos creyentes debemos proclamar el mensaje de Cristo en todo lugar, nuestro testimonio de vida y fe debe ser divulgado entre los que no creen como un poderoso mensaje de trasformación y vida espiritual.

Dios les bendiga abundantemente.