miércoles, 24 de julio de 2019

Tiempo... 1 Tesalonicenses 4. 1 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Por lo demás,  hermanos,  les pedimos encarecidamente en el nombre del Señor Jesús que sigan progresando en el modo de vivir que agrada a Dios,  tal como lo aprendieron de nosotros. 
De hecho,  ya lo están practicando. Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que sean santificados;  que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos,  que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto.  El Señor castiga todo esto,  como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad; por tanto,  el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios,  quien les da a ustedes su Espíritu Santo”. 
1 Tesalonicenses 4. 1 – 8.

Parte del crecimiento espiritual se hace evidente en el cambio de vida del creyente, ya que luego del nuevo nacimiento se empieza a ver muchas cosas mal del antiguo modo de vivir, para emprender una vida que agrade a Dios en todo.
Las instrucciones de aquellos que sirven son muy importantes, para quien aún no conoce el consejo de Dios para vivir, de modo que podemos tomar en cuenta toda instrucción que nos ayude a perfeccionarnos con amor.
Si no conocemos la voluntad de Dios para nuestra vida, estos versículos pueden ser reveladores, pues Su voluntad es que seamos santificados, perfeccionados, apartados, para que podamos trascender nuestra naturaleza carnal y podamos vivir en la naturaleza divina, que es en donde podemos vivir apartados de todo comportamiento que nos aparta de Dios.
Es en esa naturaleza divina que podemos aprender a tener dominio propio, controlando todo deseo para vivir de manera honrosa y santa.
Pues en que nos diferenciaremos de aquellos que no conocen a Dios, sino en que los que caminan a Dios, abandonan todo apego material y emocional, todo deseo que los aparta de la verdad y el amor.
Pablo advierte que tengamos cuidado de no aprovecharnos o perjudicar por nuestro testimonio a los hermanos en la fe en cuanto a dejarnos llevar y controlar por nuestros deseos y por nuestra naturaleza carnal.
Porque Dios no habita en la mentira, el pecado o la impureza, sino en la verdad, santidad, y el amor.
Quien no escucha con atención las instrucciones, las advertencias, las exhortaciones puede caer bajo el influjo de su naturaleza carnal, para vanagloria y perdición.
Dios les bendiga abundantemente.

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