sábado, 11 de mayo de 2019

Tiempo... Romanos 2. 4 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él.
  Pero tú, como eres terco y no has querido volverte a Dios, estás amontonando castigo sobre ti mismo para el día del castigo, cuando Dios se manifestará para dictar su justa sentencia y pagar a cada uno conforme a lo que haya hecho. Dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno;  pero castigará con enojo a los rebeldes, es decir, a los que están en contra de la verdad y a favor de la maldad”. Romanos 2. 4 – 8

El arrepentimiento verdadero solo ocurre cuando el justo juicio de Dios llega a nuestras vidas, nos limpia y nos permite conocer su inmenso amor, el cual se muestra en que a pesar de que fuimos pecadores y merecíamos la muerte como castigo, fue paciente, tolero todos nuestros desagravios, y mostro su bondad enviando a Jesús a pagar el precio de nuestra redención del pecado.
Es el anhelo de Dios que todos conozcan y vivan un verdadero arrepentimiento, de allí que el juicio de Dios sobre un territorio o una persona aunque parezca difícil o incomprensible es necesario para conducirle a Él.
El no percibir el justo juicio de Dios sobre nuestras vidas, al permitir que nuestro corazón se endurezca por el pecado, limita la posibilidad de recibir el arrepentimiento como un regalo de la misericordia de Dios, y se acumula el castigo contra nosotros mismos, de allí, que exista la salvación como la gracia por la cual somos liberados del castigo por la desobediencia. 
Pues Dios siendo un Juez justo pagara a cada cual según lo hecho, pero esto, no es lo bueno que hayamos hecho, sino lo malo, lo egoísta, lo codicioso, lo perverso, allí lo bueno, no pesara sobre lo malo, este pago justo tiene que ver con sus obras de maldad para aquellos que no vivieron por la fe en Cristo, más para los que si aceptaron la fe, el pago será como en la parábola de los talentos.
El juez justo dará el premio mayor que es la vida eterna a aquellos que oyendo la palabra, la retienen y la ponen por obra perseverando en las dificultades, las pruebas, y el sufrimiento que provienen de realizar la obra de Dios, buscan la gloria, el honor e inmortalidad que provienen  de Él y no los que provienen del mundo.
El egoísmo nos hace colocar los ojos en nuestras necesidades, en lo que queremos y anhelamos, cuando esto, lo único que hace en nosotros es levantar un muro de pecado delante de Dios. Este tipo de comportamiento nos hace dar una mayor importancia a nuestro pensamiento y también poca importancia a lo espiritual. Tengamos cuidado porque eso nos aleja de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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