sábado, 18 de mayo de 2019

Leyendo... Romanos capítulo 9



LECTURA DIARIA:
Romanos capítulo 9

Pablo expresa su preocupación por sus "hermanos" judíos al decir que estaría dispuesto a recibir el castigo que a ellos corresponde si esto los salvara.

Los judíos del Antiguo Testamento veían la elección de Israel por Dios como una adopción. No merecían ni tenían derechos como hijos naturales. Aun así, Dios los adoptó y les otorgó la condición de hijos suyos.
Las promesas del maravilloso pacto de Dios fueron para Abraham. Los del pacto, los verdaderos hijos de Abraham, no son solo sus descendientes biológicos, sino también los que confían en Dios y en lo que Cristo hizo por ellos.
Los judíos sentían orgullo de que su linaje viniera de Isaac -cuya madre fue Sara, la esposa legítima de Abraham y no de Ismael, cuya madre fue Agar, la sirvienta de Sara. Pablo afirma que ninguno puede decir que Dios lo escogió por los méritos de sus antepasados ni por sus buenas obras. La doctrina de la elección enseña que es la soberana opción de Dios salvarnos por su bondad y misericordia, y no por nuestro mérito.
La declaración "Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí" se refiere a las naciones de Israel y Edom, más que a los hermanos como individuos. Dios eligió a Jacob para continuar el linaje de los fieles, porque conocía el corazón de Jacob. Pero no excluyó a Esaú en cuanto a conocerlo y amarlo.
Pablo cita Éxodo 9.16, donde Dios dijo de antemano cómo usaría a Faraón para declarar el poder del Señor. Usa este argumento para demostrar que salvar era tarea de Dios y no del hombre. Dios castigó el pecado de Faraón endureciéndole el corazón, para confirmar su desobediencia, a fin de que las consecuencias de su rebelión fueran su propio castigo.
En la ilustración del barro y el alfarero, Pablo no dice que algunos somos más valiosos que otros, sino simplemente que el Creador controla todo lo creado. El objeto creado, sin embargo, no tiene el derecho de demandar cosa alguna de su Creador; su existencia depende de Él.
Setecientos años antes del nacimiento de Jesús, Oseas habló de la intención de Dios de restaurar a su pueblo. Pablo aplicó el mensaje de Oseas al propósito de Dios de que los gentiles fueran parte de su familia, después que los judíos rechazaron su plan. El versículo 25 es una alusión a Oseas 2.23 y el versículo 26 a Oseas 1.10.
Isaías profetizó que solo un número reducido, un remanente, del pueblo original de Dios, los judíos, serían salvos. Pablo vio ocurrir esto en cada ciudad en la que predicaba. A pesar de que iba primero a los judíos, muy pocos aceptaban el mensaje. Los versículos 27 y 28 se basan en Isaías 10.22-23.
Pablo explica que el plan de Dios no es para los que tratan de ganar su favor siendo buenos; es para los que creen que nunca serán suficientemente buenos y por lo tanto tienen que depender de Dios. Solo si ponemos nuestra fe en lo que Cristo ha hecho, seremos salvos.
Los judíos optaron equivocadamente por una rígida y dolorosa obediencia a la Ley. Algunos se dedicaron más a la Ley que a Dios. Pensaban que si cumplían con la Ley, Dios tendrían que aceptarlos como su pueblo.
Los judíos no vieron que sus Escrituras, el Antiguo Testamento, enseñaban que la salvación es por la fe y no mediante esfuerzos humanos.
La "piedra de tropiezo" era Jesús. Los judíos no creían en El por qué no llenaba sus expectativas en cuanto al Mesías.

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