jueves, 30 de mayo de 2019

Tiempo... 1 Corintios 4. 1 - 5



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Que todos nos consideren servidores de Cristo,  encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien,  a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza. Por mi parte,  muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier tribunal humano;  es más,  ni siquiera me juzgo a mí mismo.
 Porque aunque la conciencia no me remuerde,  no por eso quedo absuelto;  el que me juzga es el Señor. Por lo tanto,  no juzguen nada antes de tiempo;  esperen hasta que venga el Señor.  Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón.  Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda”. 1 de Corintios 4. 1 – 5

El ser considerado siervo, no significa posición, título o a ninguna vanagloria, pues toda ostentación de títulos proviene de una mente que no ha sido renovada por el poder de Dios, mientras que aquellos que no buscan los suyo entienden el encargo que se les ha encomendado como servidores que administran y no que poseen, los misterios que han sido revelados en Cristo por el Espíritu a los que creen.
Si se nos ha encargado algo, así sea algo que parece insignificante a los ojos de los demás, debemos demostrar ser dignos de confianza, que llevemos a cabo con diligencia y de manera oportuna y confiable lo que se nos ha pedido, para que podamos ser llamados siervos fieles.
Pablo ha encontrado la libertad que da el Espíritu pues ha sido liberado del prejuicio del hombre carnal, lejos del prejuicio ya no hay más inquietudes por el que dirán, o lo que pensaran los demás de nosotros.
Aunque la consciencia no nos remuerda, eso no nos dice que estemos libres de cometer errores o equivocaciones, antes nuestra consciencia debe estar siempre activa para llevarnos al arrepentimiento y darnos a conocer los motivos en profundidad de porque hemos hecho, pensado o dicho algo en particular, pero cuando permitimos que Dios nos escudriñe y que su juicio y disciplina dobleguen la naturaleza carnal que hay en nosotros entonces dejamos de lado los prejuicios y permitimos que sea el Señor quien juzgue.
Nuestros pensamientos y palabras deben estar acordes a los designios de Dios.
Juzgar es fácil porque tan solo debemos dejar fluir la naturaleza carnal que siempre está dispuesta a ello, pero cuando dejamos el juicio, la venganza en manos de Dios, lo oculto siempre saldrá a la luz, las intenciones serán reveladas aunque estén ocultas en lo profundo de nuestro ser, de allí que esperemos confiados siempre el juicio de Dios sobre cualquier tema, pensamiento, acción o palabra para dar gloria a Dios y recibir de Él lo que corresponde a cada uno.
Dios les bendiga abundantemente.

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