domingo, 19 de mayo de 2019

Tiempo... Romanos 10. 11 - 15



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.  Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
  ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?  ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”  Romanos 10. 11 – 15.

 Los que anuncian el mensaje de salvación, son hermosos aún desde sus pies, delante de la presencia de Dios; pues ellos son obedientes y no hay mayor sacrificio que este, el de obedecer a su Palabra.  Todos somos llamados a la gran comisión.
Si la persona escuchó con su mente y su corazón, tiene la forma de elegir dos caminos: Creer en Jesucristo o desechar su llamado.  La mayoría desechan su llamado porque no creen que haya un Dios por encima del bien y del mal o ya tienen su propio Dios como,  su fuerza, sus riquezas, sus estudios, su clase social, su círculo político, su familia, su trabajo, su equipo de futbol, sus ídolos, etc.  
Si desechamos a Dios, Él también nos desechará a nosotros, excluyéndonos del gozo eterno en el reino de los cielos.
La Biblia dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Romanos 10. 9.
Si la persona llegó hasta este punto es porque creyó en su corazón que Cristo fue crucificado, que murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día mediante el poder de Dios.  Y el hecho de que invocare el nombre de Jesús, significa que está confesando con su boca que Jesús es el Señor.
 Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo.
Luego de esta confesión la persona, debe entonces guardarse en santidad hasta el último día de su vida; pues solo los que perseveran hasta el fin serán salvos.
Jesús es el Señor de todo y de todos y que también es inmensamente rico, por lo cual podrá dar bendición y salvación a todo aquel que le invocare, fuere rico o pobre, fuere siervo o libre, fuere judío o griego, refiriéndose al pueblo escogido de Dios o a todos los que recibimos la herencia de la salvación por la incredulidad de su pueblo Israel.
Nadie será avergonzado de cuantos invocaren el nombre del Señor.  Dice la Biblia que el que no se avergonzare de Él y de su Palabra, Él tampoco se avergonzará de ellos en el día del juicio, en el día de la ira de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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