miércoles, 22 de mayo de 2019

Tiempo... Romanos 13. 1 - 2



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos". Romanos 13. 1 – 2.

Debemos obedecer las leyes de nuestro país sometiéndonos a las autoridades por la sencilla razón de que éstas han sido establecidas por Dios. Es cierto que los poderes malignos de este mundo se encuentran bajo la influencia de satanás, y que la corrupción se ha generalizado entre muchos que ejercen el poder. Sin embargo, Dios ejerce el control.
A pesar de que la corrupción y la ilegalidad se desarrollan cada vez más y conducen a un desenlace inexorable, permitido por Dios. Él aún tiene autoridad sobre la tierra que Él creó. No ha abdicado de Su trono.
Dios ocupaba todavía el trono. Y la lealtad del creyente es hacia ese trono, y su relación a los gobiernos de esta tierra, es una de sumisión.
El creyente se ha opuesto a los gobiernos malos y ha apoyado los gobiernos buenos, basado en la teoría de que los últimos son establecidos por Dios. El creyente es partidario de la ley y el orden, y se opone a la ilegalidad y desobediencia civil. Es partidario de la honradez y la justicia, y está en oposición a la corrupción y la injusticia. En los grandes momentos de crisis en la historia, como los que vivimos en la actualidad, el creyente se enfrenta con decisiones muy difíciles ante él.
En estos últimos días, la ilegalidad está en su apogeo en muchos lugares. El creyente tiene que oponerse a esas situaciones, y no debiera participar en ellas, aun cuando se produzcan en su propio gobierno. Pero tenemos que tener cuidado con aquellos que están dispuestos a cambiar el gobierno por medios no democráticos, con el pretexto de mejorarlo.
El cristianismo nunca llegó a ser un movimiento para mejorar el gobierno o la sociedad. El evangelio es el poder de Dios para la salvación del individuo.  Pablo nunca anduvo predicando o hablando sobre las malas condiciones en que se encontraban las cárceles romanas, y él tenía un buen conocimiento de aquellas cárceles y prisiones.
La desigualdad social en muchos países, es cada vez más evidente.
¿Qué es lo que anda mal? Sinceramente podemos decir que es la maldad del corazón mismo del ser humano, caracterizado por un egoísmo natural.
¿Qué es entonces lo que debemos hacer nosotros?
Nuestra obligación, es la de predicar que el evangelio es el poder de Dios para salvación, y por medio de él promover la aplicación de los valores de la ética cristiana en la vida y los derechos de los ciudadanos.
No se trata de un gobierno concreto, sino en los individuos que ejercen el poder con las limitaciones de su propia naturaleza humana, que no ha sido expuesta al poder trasformador de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario