domingo, 5 de mayo de 2019

Leyendo... Hechos capítulo 25



LECTURA DIARIA:
Hechos capítulo 25

A pesar de que pasaron dos años, los líderes judíos aún procuraban matar a Pablo. Hablaron con Festo sobre Pablo y trataron de convencerlo para que dilatara el juicio en Jerusalén (así tendrían tiempo para preparar alguna trampa). Pero Dios y Pablo frustraron sus planes de nuevo.

Cada ciudadano romano tenía el derecho de apelar al César, esto no significaba que este iba a escuchar el caso, pero debía tratarse en los tribunales superiores del imperio. Festo vio la apelación de Pablo como el medio para enviarlo fuera del país y así calmar a los judíos. Pablo quería ir a Roma a predicar el evangelio y sabía que su apelación le daría la oportunidad. Al fin y al cabo, ir allí como prisionero era mejor que no ir.
Pablo sabía que era inocente de los cargos que se levantaban en su contra y podía apelar al juicio del César. Conocía sus derechos coro ciudadano romano y como persona inocente. Pablo cumplía sus responsabilidades como romano, de manera que tenía la oportunidad de pedir protección de Roma. La buena reputación y la limpia conciencia vienen como resultado de andar con Dios y puede ayudarnos a permanecer no solo libres de culpa ante Dios, sino también libres de reproches delante del mundo.
Herodes Agripa II, hijo de Herodes Agripa I y descendiente de Herodes el Grande. Tenía poder sobre el templo, controlaba sus tesoros y podía nombrar y cambiar al sumo sacerdote. Berenice era la hermana de Herodes Agripa II. Se casó con su tío Herodes Calcis y se convirtió en la concubina de su hermano Agripa II y más tarde en la concubina del hijo del emperador Vespasiano: Tito. Aquí Agripa y Berenice hacían una visita oficial a Festo. Agripa, de descendencia judía, podía ayudar a aclarar el caso de Pablo al gobernador romano. Agripa y Festo ansiaban cooperar en regir sus territorios vecinos.
A pesar de que Festo sabía poco acerca del cristianismo, entendía que la resurrección era la creencia central del cristianismo.
Pablo estaba en prisión, pero esto no le impedía hacer la mayoría de su cometido. Tribunos y principales hombres de la ciudad se encontraban en la sala del palacio con Agripa para oír este caso. Pablo vio esta nueva audiencia como otra oportunidad para presentar el evangelio.

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