viernes, 3 de mayo de 2019

Tiempo... Hechos 23. 19 - 22



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"El comandante, tomándolo de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme?
Él le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el Concilio, con el pretexto de que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él. Pero tú no los creas, porque más de cuarenta hombres de ellos lo acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están listos esperando tu promesa. Entonces el comandante despidió al joven, mandándole que a nadie dijera que le había dado aviso de esto." 
Hechos 23. 19 - 22

Ahí está Pablo siendo atacado por el Consejo y es rescatado por el comandante para posteriormente ser aprehendido y azotado hasta que utiliza su ciudadanía romana para frenar la golpiza. Mientras él se encuentra preso, se siguen desarrollando planes más elaborados para asesinarlo. El último involucra una emboscada que puede ser frenada si el comandante escucha y cree al sobrino de Pablo lo que le acaba de informar.
El mismo que aprehendió a Pablo y mandó que lo azotaran es ahora quien puede salvarle la vida.
En el mundo te dicen que nunca te cierres puertas pues no sabes si te volverás a encontrar con esa persona nuevamente en el futuro. Si bien, es totalmente cierto y resulta bueno el consejo, podemos llevarlo al ámbito espiritual.
El Señor nos pide amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Involucra entregar todo aquello que nos han enseñado e ir en contra de la corriente. Si nos han lastimado, debemos perdonar sin importar que esa persona nos pida siquiera perdón.
En este pasaje podemos ver cómo la misma persona que nos dañó en algún momento, puede protegernos y ayudarnos en otro.
Si alguien nos ha dañado en algún momento, debemos entregar al Señor nuestros sentimientos, pidiendo que nos ayude a perdonar y nos llene de su misericordia y  amor para con aquellos que simplemente no podemos tolerar. Abre tu corazón y dile lo que sientes. Entrega tu odio, tu rencor y cada mal recuerdo que has decidido guardar. Él se encargará de hacer el milagro. Muchas personas pasarán por nuestra vida. Algunas por poco tiempo y otras por uno largo, pero una  persona puede causarnos un daño un día y en otro nos puede salvar la vida por lo que no nos corresponde juzgar ni criticar y mucho menos odiar sino por el contrario, amar al prójimo como a uno mismo.
Dios les bendiga abundantemente.

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