martes, 21 de mayo de 2019

Tiempo... Romanos 12. 9 - 10



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.”
Romanos 12. 9 – 10


El hombre por naturaleza necesita amar y ser amado.  Amamos a nuestra familia, a nuestros amigos y si ya tenemos a Cristo en nuestro corazón, entonces también debemos amar al enemigo, a nuestro prójimo y por encima de todo a Dios que es el creador del amor.  
También recibimos amor de nuestros seres más cercanos e incondicionalmente recibimos amor de Dios, pues Dios ama también al pecador y mucho más a sus hijos.
Fuera del amor fraternal del hombre hacia otros, también hay cierto tipo de amor por las cosas (el que a veces se convierte en pasión, en avaricia y en idolatría), de las cuales unas son buenas y otras malas.  
El que ama las cosas buenas, es hijo de Dios, o sea que su corazón ya ha sido transformado por el poder de su Santo Espíritu.  Sin embargo, la mayoría de los hombres aman las cosas malas y es por eso que este mundo está pervertido, lleno de iniquidad, de pecado y de injusticia.  Hay quienes hacen lo malo y hay quienes también simpatizan con lo malo, aunque lo miren de lejos.
Muchos dicen amar, pero con sus hechos demuestran lo contrario.  Esto sucede mucho en aquellos que dicen amar a Dios, pero no leen la Biblia, ni obedecen a sus mandamientos.  
¿Entonces qué tipo de amor es este?  Esto se llama amor de palabra, amor de boca, que en síntesis es hipocresía.  
El que dice con su boca algo, pero con sus hechos demuestra lo contrario, es un hipócrita y estos no entrarán en el reino de los cielos.
Donde hay justicia, hay amor, Dios quiere que no solamente sea entre hermanos si no que se extienda a otras personas, a nuestro prójimo, incluso nos manda a amar y orar por nuestros enemigos pero con un corazón sincero y sin fingimiento. 
Dios les bendiga abundantemente. 

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