sábado, 4 de mayo de 2019

Tiempo... Hechos 24. 1 - 13



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo.
Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo. Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan”. 
Hechos 24. 1 – 13

Así crecimos en este mundo. Nos enseñaron a quedar bien con nuestros superiores. Podían llamarse maestros o jefes en el trabajo. También, muchas personas consideran que las mentiras pueden ser “blancas”. Éstas son consideradas válidas dependiendo la circunstancia y normalmente son de poco impacto. Incluso pueden percibirse como aquellas que buscan un “bien”. Utilizan información real y le añaden algunas mentiras para justificarse ante Félix.
Pero Pablo, además de hablar con la verdad, contaba con Dios que tiene el control de todo.
Lo escuchamos muchas veces pero cuando llegan los problemas, las injusticias o incluso la incertidumbre se nos olvida rápidamente.
Muchas veces consideramos normal el mentir “un poco” para utilizarlo a nuestro favor.
¡Esto es lo que debemos dejar que Dios cambie en nuestras vidas! No podemos seguir teniendo distintas caras. No podemos comportarnos de tantas formas dependiendo del lugar y las personas. Debemos ser congruentes. Debemos cuidar nuestro testimonio y sobre todo, debemos ser obedientes. Analicemos nuestra vida y dejemos que Dios abra nuestros ojos a la luz de Su palabra.
Dios les bendiga abundantemente.

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