domingo, 16 de diciembre de 2018

Leyendo... Hageo capítulo 2



LECTURA DIARIA:
Hageo capítulo 2

El segundo mensaje de Hageo («esfuérzate… y trabajad», versículo 4) se produjo aproximadamente dos meses después del primero y un mes tras haber comenzado la construcción del templo.

Este es el segundo mensaje de Hageo, pronunciado durante la Fiesta de los Tabernáculos, en octubre de 520 a.C. Los ancianos podían recordar la increíble belleza del templo de Salomón, destruido 66 años antes. Muchos se desalentaron debido a que la reconstrucción era inferior a la de Salomón. Pero Hageo los alentó con un mensaje de Dios que revelaba que el esplendor de su templo sobrepasaría el del anterior. La parte más importante del templo era la presencia de Dios. Quinientos años más tarde, Jesús caminaría en los atrios del templo.
El mensaje era “Esfuércense y trabajen”. Judá ya había regresado a la adoración de Dios y Él había prometido bendecir sus esfuerzos. Ahora, era el tiempo en que ellos debían trabajar.
La promesa del Espíritu Santo fue confirmada a través de un pacto en los inicios de la historia de Israel. La promesa continúa siendo cumplida en tanto el Espíritu de Dios mora aún en medio de los israelitas, los cuales no deben temer.
Cuando Dios prometió estremecer a todas las naciones con su juicio, estaba hablando tanto del juicio presente sobre las naciones malvadas como del juicio futuro de los últimos días.
El énfasis cambia de la reconstrucción del templo en Jerusalén al reino mundial del Mesías sobre la tierra. Las palabras «de aquí a poco» no están limitadas al contexto histórico inmediato; se refieren al control de Dios sobre la historia: Él puede actuar en cualquier momento que El escoja. Dios actuará en su tiempo.
Y haré temblar a todas las naciones, alude al juicio final de Dios antes del arribo del mundo por venir. Y llenaré de gloria esta casa, se refiere en parte a la dedicación del templo de Zorobabel, aunque también anuncia la futura presencia de Dios en los templos humanos por medio de Jesucristo.
Dios quería que el templo fuera reconstruido y Él contara con los recursos para hacerlo, pero necesitaba manos dispuestas. Dios ha decidido llevar a cabo su obra por medio de las personas. El proporciona los recursos, pero manos dispuestas deben realizar la obra.
En la tradición judía a esta casa se le llama «el segundo templo», siendo el primero el templo de Salomón. Este es el templo que existía en tiempos de Jesús, aunque ampliado y embellecido bajo Herodes.
El tercer mensaje de Hageo «os bendeciré» (versículo 19) llega aproximadamente dos meses después del segundo mensaje (versículo 1).
El ejemplo dado en este mensaje aclara que la santidad no afecta a otros, pero la contaminación sí. Ahora que el pueblo estaba comenzando a obedecer a Dios, El prometió que los bendeciría. Pero necesitaban comprender que las actividades en el templo no limpiarían su pecado; sólo el arrepentimiento y la obediencia podían limpiarlo.
Antes de su tercer mensaje de bendición, Hageo les recuerda que la santidad no es transferible. Su intención es explicar que tres meses de trabajo en el templo no pueden compensar años de negligencia. El templo no hace prodigios, la gente debe todavía enmendar sus vidas.
El pueblo construyó los cimientos del templo e inmediatamente Dios los bendijo. No esperó hasta que el proyecto fuera terminado
El mensaje final de Hageo reconoce que Hageo es solamente un mensajero que lleva la palabra del Señor. Está dirigido a Zorobabel, el gobernador de Judá.
Se usaba un anillo con sello para garantizar la autoridad y la autenticidad de una carta. Servía como firma cuando era estampado en cera suave en un documento escrito. Dios estaba reafirmando y garantizando su promesa de un Mesías que vendría de la línea de David.
El nombre de Zorobabel quedará grabado como una señal para que todos vean el tratamiento especial del cual Dios le hizo objeto; éste aparece en las genealogías de nuestro Señor Jesús.
Dios cierra su mensaje para Zorobabel con esta afirmación tremenda: «¡Porque yo te escogí!» tal proclamación es también para nosotros, cada uno de nosotros hemos sido escogidos por Dios.

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