sábado, 28 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 38



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 38

Jeremías recomendó una y otra vez la rendición, y esto se consideraba peligroso por los consejeros reales pro-egipcios Gedalías , Jucal y Pasur, quienes le pidieron al rey que lo condenara a muerte.

Los funcionarios pusieron otra vez a Jeremías en una cisterna para matarlo. Una cisterna era un gran hoyo en la tierra revestido de piedras para recolectar el agua de lluvia. El fondo debe haber sido oscuro, húmedo y, en este caso, lleno de lodo. Jeremías pudo haberse ahogado, morir por abandono o de hambre dentro de ella. Los líderes de Judá persiguieron a Jeremías en repetidas ocasiones por proclamar fielmente los mensajes de Dios.
Para escuchar quejas y resolver litigios el rey se sentaba en la puerta de Benjamín. Esto le permitió a Ebed – melec acercarse al rey con una queja.
La puerta de Benjamín era una de las entradas de la ciudad de Jerusalén donde se trataban los asuntos legales. Cuando escuchó de la situación de Jeremías, fue inmediatamente a lidiar con esta injusticia.
Sedequías hizo traer de nuevo a Jeremías, quien siguió invocando la rendición. Como Sedequías temía a quienes ya habían desertado y a los oficiales de la corte, continuaba vacilando.
Los funcionarios querían información precisa, pero no la verdad de Dios. Querían utilizar esta información en contra de Dios, de su profeta y del rey. Sin embargo, Jeremías dijo a los príncipes solo lo que el rey le ordenó que dijera. No debemos callar la verdad de Dios a los demás, pero debemos ocultar la que se usará para dañar al pueblo de Dios.

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