lunes, 23 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 33



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 33

Dios restauraría Jerusalén, no porque el pueblo clamara, sino porque era parte de su plan final.
El desastre de Babilonia no cambió los propósitos que  Dios tenía para su pueblo. Si bien destruirían a Jerusalén, sería restaurada (después de los setenta años de cautiverio y al final de los tiempos cuando el Mesías venga a gobernar). A la justicia de  Dios siempre la acompaña su misericordia.
Dios prometió a Jeremías que, si le llamaba, no sólo le contestaría, sino que le revelaría «cosas grandes y ocultas», que no podrían conocerse de otra manera. La palabra «ocultas», del hebreo batsar, se traduciría mejor como: «aislado» o «inaccesible». Se sugiere que  Dios daría a Jeremías «intuición reveladora», al revelar cosas que de otra manera permanecerían aisladas o inaccesibles.
Sedequías provocó la ira de Babilonia al aliarse con Egipto y no rendirse como  Dios le ordenó a través de Jeremías. Nabucodonosor atacó Judá por tercera y última vez, moviéndose en forma sistemática hasta que cayeron todas sus ciudades. Jerusalén resistió el sitio durante varios meses, pero la quemaron según lo predijo Jeremías
Tras el castigo y el arrepentimiento vendrá la sanidad, los cautivos retornarán, serán limpiados de pecado, y la ciudad será a su  Dios por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra.
Los versículos 14, 15 y 16 se refieren tanto a la primera venida como a la segunda venida de Cristo. En su primera venida establecería su Reino en los corazones de los creyentes. En la segunda ejecutará justicia y rectitud en toda la tierra. Cristo es «el Renuevo de justicia» que brotará de David, el hombre conforme al corazón de  Dios.
Cuando Cristo cumpla con el rol de Rey, también cumplirá con el rol de Sacerdote, manteniendo una relación constante con  Dios e intercediendo por su pueblo.

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