viernes, 20 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 30



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 30

Escrito en vísperas de la destrucción de Jerusalén, este libro de consolación contiene una profecía sobre la futura restauración de Israel (el reino del norte) y Judá (el reino del sur).

Los capítulos 30 y 31 muestran que Jeremías habló de esperanza y consuelo, así como de problemas y calamidades. El pueblo sería algún día restaurado en su tierra y Dios haría un nuevo pacto con ellos para reemplazar el que quebrantaron. En el mismo lugar en que en cierta ocasión pecaron y desobedecieron, algún día se arrepentirían y obedecerían.
La mayoría de las profecías se trasmitían al principio oralmente y sólo más tarde se ponían por escrito. En otra ocasión se instó a Jeremías a escribir su profecía porque no podía hacerlo en persona. La intención aquí es preservar la profecía para futuras generaciones.
David su rey alude al Mesías, el descendiente de David. Al igual que Isaías, Jeremías asoció hechos del futuro cercano y del futuro lejano. Leer estas profecías es como mirar varios picos montañosos en una cordillera. Desde la distancia parecieran estar unidos, cuando en realidad los separan varios kilómetros. Jeremías presenta sucesos cercanos y distantes como si todos fueran a suceder muy pronto. Ve el cautiverio, pero también ve el día futuro cuando Cristo reinará para siempre.
Aunque su herida parece ser incurable, a causa de la multitud de sus iniquidades, Israel será sanado y sus opresores consumidos.
Esta profecía de la reconstrucción de Jerusalén no se cumplió en su totalidad por la obra de Esdras, Nehemías ni Zorobabel. La ciudad se reconstruyó después del cautiverio, pero la restauración final ocurrirá cuando todos los creyentes se reúnan en el reino de Cristo. Esto incluirá edificios, personas, gobernantes.

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