sábado, 7 de julio de 2018

LEYENDO... Jeremías capítulo 17



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 17

El pecado de Judá ha sido escrito de manera indeleble con cincel de hierro (un instrumento utilizado para grabar en piedra aquellos acontecimientos que debían ser preservados para la posteridad) o con una pluma con punta de diamante.
Sus pecados son tan graves que están escritos permanentemente en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, como un recordatorio constante ante Dios.
El pueblo de Dios siguió pecando a pesar de que tenían la Ley, los profetas de Dios y una historia llena de sus milagros. ¿Cómo pudieron hacerlo? ¿Por qué continuamos amando el pecado aun cuando entendemos las consecuencias eternas?
Jeremías dice que el corazón es engañoso y “el pecado de Judá escrito está[…] en la tabla de su corazón”. Los hebreos simbolizaron los aspectos variados de una persona al localizarlos en ciertos órganos físicos. El corazón era el órgano de la razón, inteligencia y voluntad. Es tan profunda nuestra tendencia al pecado que solo la redención de Dios puede liberarnos.
En los versículos del 5 al 8 se contrastan dos clases de personas, los que confían en el ser humano y los que confían en Dios. El pueblo de Judá confiaba en dioses falsos y en alianzas militares y no en Dios. Por lo tanto, fueron áridos y sin frutos. En contraste, los que confían en el Señor florecen como árboles plantados junto al agua.
El corazón es el ser interior, que piensa, siente y actúa; la esencia del ser humano, pero es a la vez engañoso y perverso.
Dios aclara por qué pecamos: es un asunto del corazón. Nuestros corazones han estado inclinados hacia el pecado desde el momento en que nacimos. Es fácil caer en la rutina de olvidar y abandonar a Dios. Pero aún podemos decidir si continuamos o no en pecado.
.El versículo 11 expresa un proverbio,  la locura de adquirir riquezas a través de medios deshonestos. Jeremías continúa exponiendo su decepción.
Hay un buen camino y un mal camino para realizar cualquier tarea. Jeremías dice que el hombre que se enriquece mediante el engaño terminará insensato y pobre.
Cuarto lamento de Jeremías. En el versículo 14,  afligido por las burlas de sus oponentes, Jeremías implora a Dios sanidad. Sálvame, el verbo, que se encuentra más de 200 veces en el Antiguo Testamento, encierra en una palabra la respuesta divina a las necesidades de la humanidad. Dios escoge una forma de este verbo para que sea el nombre de su Hijo: Yeshua, que significa «él salvará». El sentido original de yasha era «liberar», «abrir de par en par». Nuestro Libertador nos liberó, rescató, nos defiende y preserva de continuo; abrió de par en par las puertas de nuestro cautiverio.
Se acusa a Jeremías de falso profeta porque sus palabras no se han cumplido.
Observancia del sábado. Dios le dice: “Ve y ponte a la puerta de los Hijos del pueblo”…
Este discurso sobre el día de reposo que hace énfasis en uno de los mandamientos más fáciles de observar, equivale a una reacción pecaminosa del pueblo hacia todas las leyes de Dios. Este mandamiento ocupa un lugar central dentro de la estructura del culto debido a que fue instituido como parte de la creación y era un signo de las relaciones de Dios con Israel.
El pueblo usaba el día de reposo, su día de descanso, para trabajar. Consideraban que hacer dinero era más importante que cumplir la Ley de Dios. Si se arrepentían y ponían a Dios en el primer lugar de sus vidas, Dios prometía honrarlos entre las naciones. Un siglo más tarde, cuando Nehemías guió a los cautivos hacia Jerusalén, una de sus más importantes reformas fue la de volver a instituir el día de reposo.

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