martes, 3 de julio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 13



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 13

Un cinto de lino es el primero de los símbolos que Jeremías utiliza para llevar la Palabra de Dios al pueblo.
Lino es el material que se empleaba en las vestimentas sacerdotales y representaba a Israel como un pueblo santo, un «reino de sacerdotes». El cinto, como emblema de Israel, indica la íntima relación de Dios con su pueblo.
Una serie de profecías llamadas «oráculos» contra las naciones vecinas de Israel. Jehová no es solamente Dios de Israel, sino Creador y Señor de todas las naciones. El juicio contra ellas forma parte del proceso mayor de destrucción del mal y consumación del reino de Dios que tendrá lugar el día de Jehová.
Un cinturón indicaba la posición social de una persona. Símbolo de la soberbia de Judá, el cinto no debía ser lavado.
Un cinto de lino era una prenda íntima, ajustado cerca del cuerpo. Era como ropa interior. La acción de Jeremías mostró cómo Dios destruiría a Judá así como destruyó su cinto de lino.
Las acciones hablan más que las palabras. Jeremías a menudo utilizó lecciones vívidas y objetivas para despertar la curiosidad del pueblo y lograr que comprendieran su mensaje. Esta lección del cinto de lino ilustra el destino de Judá. A pesar de la cercanía con Dios que el pueblo una vez disfrutó, su soberbia los volvió inútiles. Una persona soberbia puede verse importante, pero Dios dice que su soberbia la hace buena para nada, completamente inútil. La soberbia pudre nuestros corazones hasta el punto que dejamos de ser útiles a Dios.
Sobre la base de consideraciones geográficas, hay quien sugiere que la experiencia de Jeremías es solo una visión simbólica o una parábola, debido a que no le hubiese sido fácil hacer dos viajes consecutivos al río Éufrates, situado a varios cientos de kilómetros.
Jeremías emplea un dicho popular y la metáfora de la embriaguez para describir el castigo divino que caerá sobre Jerusalén. La embriaguez les privará de la capacidad de reaccionar, y entonces Dios los quebrantará.
El rey del que habla el versículo 18 es Joaquín y la reina madre es Nehusta. El padre del rey, Joacim, se rindió ante Nabucodonosor, pero más tarde se rebeló. Durante el reinado de Joaquín, los ejércitos de Nabucodonosor sitiaron Jerusalén y tanto Joaquín como Nehusta se rindieron. A Joaquín lo enviaron a Babilonia y lo encarcelaron. La profecía de Jeremías se cumplió.
La región del Neguev es la porción de tierra árida e improductiva que se extiende al sur de Beerseba. Las ciudades en esta área se cerrarían a cualquier refugiado que huyera del ejército invasor.
Jeremías describe los acontecimientos relativos a la invasión, y Dios explica sus causas. Se personifica a Jerusalén como una mujer y debido a la enormidad de su maldad se la avergonzará.
Dios le dice al profeta ¿podréis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer lo malo? Una pregunta retórica que exige una respuesta negativa.
Ni siquiera la amenaza de la cautividad movería al pueblo al arrepentimiento. La gente estaba tan habituada a hacer el mal que perdió la habilidad para cambiar. Dios nunca rechaza a los que con sinceridad se vuelven a Él. Les advierte que se arrepientan antes de que sea demasiado tarde.

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